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¡Nueva página web!

Esto que estás viendo es un proyecto personal que viene de lejos, una idea que, por fin, se hace realidad.

Convencido de que internet es un lugar en el que hay que estar, y pensando la mejor manera de hacerlo, he decidido dar este paso con el objetivo de centralizar en un solo lugar todo lo que llevo años aportando y todo lo que está por venir. Creo que una de las maravillas de este mundo que nos ha tocado vivir es esta cultura del «sharing» que nos posibilite poner a disposición de todos aquello que pensamos, que vivimos, que creamos… ¿Para venderse? No. Al menos no en mi caso. El fundamento es una disposición real a relacionarme con todo el que quiera pasarse por aquí. Ofrecer mis opiniones, mis sentimientos, mis proyectos, mis escritos, mis reflexiones y entrar en conversación. Y si simplemente quieres mirar, o coger… pues todo tuyo.

Ojalá este lugar sea de tu agrado. Ojalá respires un poquito de alegría, de confianza, de optimismo. Si es así, me conformo. Estamos en contacto.

La viuda (Lucas 21, 1-4)

La viuda del Evangelio es lo peor que nos podía pasar. Nos deja sin la excusa fundamental para dar, para compartir… La viuda del Evangelio es el ejemplo de Jesús para decirnos que no quiere que demos de lo que nos sobra a los pobres sino que seamos pobres entre los pobres.

Y sin tocar el ámbito monetario… ¡pues igual! El poco tiempo que tienes… para los demás. Los pocos dones que tienes… para los demás. La poca energía que te queda… para los demás.

Y es fácil constatar muchas veces en el día a día como, los que ponen más excusas, son, en realidad, los que más tienen.

Un abrazo fraterno

Ése es mi hermano (Mc 3, 31-35)

Yo tengo un hermano de sangre, Miguel. Nuestra relación siempre fue magnífica. Educados en los mismos valores pero siendo distintos siempre nos hemos entendido de maravilla. Nos respetamos. Nos queremos. Nos sabemos necesarios el uno para el otro. Totalmente insustituibles. Con mi hermano compartí preocupaciones, buenos y malos momentos de ambos, confidencias, diferencias y discusiones, habitación, risas, muchas risas, una historia familiar que nos pertenece. El corazón se me llena de ternura mientras escribo sobre él. Estamos lejos el uno del otro pero siempre cerca.

La doctrina cristiana me enseña que, siendo todos hijos del mismo Padre, todos los hombres y mujeres somos hermanos. Pero siempre me ha resultado complejo sentir lo que antes he expresado de mi hermano hacia cualquiera que se cruzara en mi vida y más hacia aquellos a los que ni siquiera conocía. Es imposible. Imposible, me refiero, saberlo y sentirlo de repente. Pero hay un camino, una manera: experimentar primero la fraternidad en una pequeña comunidad. Éso es lo que vivo en Betania.

Yo tengo varios hermanos y hermanas de comunidad: Felipe, Stella, Esther, Raquel y Pili. Nuestra relación es magnífica. Nos mueven los mismos valores y la misma fe pero somos distintos siempre aunque nos entendemos de maravilla. Nos respetamos. Nos queremos. Nos sabemos necesarios los unos para los otros. Totalmente insustituibles. Con mi hermanos y hermanas comparto preocupaciones, buenos y malos momentos de todos, confidencias, diferencias y discusiones, casa, bienes, cena, risas, muchas risas, una historia familiar comunitaria que nos pertenece. El corazón se me llena de ternura mientras escribo sobre ellos. Estamos cerca los unos de los otros siempre. Celebramos juntos. Oramos juntos. Soñamos juntos. Caminamos juntos.

Un abrazo fraterno

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