Como los demás pueblos (I Samuel 8, 4-22a)
A veces somos muy torpes las personas. A mi me pasa. Vivimos en una contradicción tremenda al querer tener a Dios como auténtico referente de nuestra vida y, a la vez, tampoco queremos ser muy diferentes del resto de personas y pretendemos vivir más o menos de acuerdo a las normas que marca el mundo en todos sus ámbitos. A veces esto es complicado. El consumismo, la comodidad, el estado del bienestar, el nivel económico y social, la proyección profesional… nos alejan de la libertad pese a vendernos lo contrario. Son «reyes» que nos esclavizan.
Sigue habiendo profetas que nos advierten de todo esto. Pero preferimos tapar las orejas y mirar adelante, como los burritos. Desde luego, Dios no lo va a impedir… Él sí que nos da libertad aunque sólo sirva para equivocarnos…
Un abrazo fraterno