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Dad y se os dará (Lc 6, 36-38)

Estos pasajes tan típicos corren el peligro de convertirse en tópicos evangélicos que todos sabemos de memoria, recitamos pero no asumimos o integramos vitalmente. Al final son pistas en las que te juegas la vida y sobre las que cualquier planteamiento empieza realmente a ser radical.
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Hoy me viene al corazón esto de «dad y se os dará» precisamente porque la comunidad está a punto de dar una cantidad económica para participar y colaborar en la reforma de una iglesia en Guinea, donde trabajan escolapios que conocemos en misión. Nuestra situación familiar particular no es precisamente óptima ya que mi mujer lleva sin trabajar ya bastantes meses y sin cobrar la prestación un año y medio. Nuestros ahorros nos lo han permitido y poco a poco van menguando. Y a uno siempre le entran ciertas precauciones a las que nos ha educado esta sociedad, la sociedad de las seguridades, de los seguros, del bienestar… Uno a veces piensa si será una irresponsabilidad eso de dar cuando uno no tiene el futuro asegurado pero ¡qué coño! (siento la expresión)… ¿me creo o no me creo esto «dad y se os dará»?

Hoy lo aplico al dinero pero se podría aplicar al tiempo, a uno mismo… Yo intento hacer vida ésto. Me lo creo. Y quiero jugarme la vida desde ahí. El hecho de dar me obliga a desprenderme de seguridades, de ataduras, de asideros y a poner mi confianza más allá de mis posibilidades y capacidades. Buena lección cuaresmal.

Un abrazo fraterno

Perfúmate la cabeza y lávate la cara (Mt 6, 1-6. 16-18)

Hoy empieza la Cuaresma. Reconozco que no he llegado vitalmente a vivir este tiempo con la intensidad del tiempo de Adviento. Tal vez sea un tiempo que, inconscientemente, me gusta menos. Renuncia, sacrificio, culpa, perdón, ayuno, etc. son palabras que no acaban de gustarme demasiado.

En casa de mis padres, desde pequeño, seguíamos la tradición de no comer carne los viernes. era, tal vez, el signo más evidente de que había llegado la Cuaresma. Hoy no acabo de sentirme bien por haber abandonado esa práctica. Es verdad que mi fe ha madurado y que uno descubre que los signos externos no son más que facilitadores de una experiencia más profunda, más interior. Pero bajo ese convencimiento siento que he diluido ciertas vivencias y que no he sido capaz de sustituirlas por otras más adultas o maduras… ¡o por las mismas vividas desde la adultez y la madurez!
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El camino hacia la Pascua ha comenzado a correr y es bueno pensar en vivirlo con intensidad para que la Vigilia de Resurrección llegue con todo su gozo a la vida. A ver cómo me apaño. Por lo de pronto me ha llamado la atención la matización del Señor respecto al ayuno: no es para que nos vean, no es para otros, no es sinónimo de búsqueda de compasión o reconocimiento… va mucho más por dentro… pero también por fuera. Agua y perfume.

Un abrazo fraterno