Educación política en la escuela
Una de las preocupaciones que tengo como padre, como docente, como ciudadano en general, es la pérdida de confianza que ha sufrido la clase política española en los últimos años. Nuestro sistema democrático se ha devaluado, se ha empobrecido, y la sombra de la corrupción ha teñido todo de una exagerada desconfianza y crispación. Por eso, cuando escucho que el futuro está en manos de los jóvenes, me pregunto si los estamos preparando para desembarcar en los ambientes más decisivos de la sociedad, allí donde se toman las decisiones y donde la política cobra todo su sentido: procurar el bien común y hacer de mi sociedad y de mi mundo, un lugar más justo. ¿Cómo andamos en la educación política de nuestros jóvenes?
Esta semana tuve la experiencia de hablar con los delegados de las dos clases de 1º Bachillerato en las que imparto TIC I. Me pidieron poder hablar conmigo para compartir alguna inquietud que tenían en clase y sugerirme algunas propuestas que consideraban necesarias para mi asignatura. Fue inmediato. Ese mismo día, en el recreo, hablé con ellos. Escuché lo que tenían que decirme y también ellos me escucharon a mí. Acordamos dos o tres cosillas y nos agradecimos mutuamente el tiempo dedicado. Luego, escribí un correo a todos mis alumnos, explicando lo hablado y lo tratado.
Lo primero que hice fue felicitarles por tomar la iniciativa, agradecerles el hecho de querer implicarse en su propio aprendizaje y de hacer sugerencias. Es un paso importante que todo docente, todo centro educativo, debería fomentar. Si queremos que sean ciudadanos comprometidos con un sistema democrático, de libertades, basado en el respeto a todos, en la defensa de los intereses comunes, en la justicia… habrá que darles cancha para que empiecen a practicar. Ole por mis alumnos. Como docente, no me siento ni más ni menos digno, por atender sus sugerencias y por hacer un esfuerzo en entender su punto de vista. Eso no significa aceptarlo todo. Hay cosas que les expliqué y que estoy convencido de que ni deben ni van a cambiar. Porque ellos no ven sus beneficios, ni sus frutos, ni su sentido… pero yo se lo veo todo. Y porque también, como maestro que soy, tengo claro qué se puede negociar y qué no. Eso también es democracia y educación política.
Personalmente, me gustaría que los alumnos tuvieran una participación mucho más activa en el desarrollo de nuestras escuelas y colegios. A veces tengo la sensación de que les damos todo tan hecho y masticado que, en cuanto les decimos que son ellos los que tienen que buscar, preguntar, decidir, etc. se nos desorientan. Tenemos camino que recorrer. Ojalá lo hagamos juntos. Sin miedo. La autoridad no está reñida con el diálogo y la escucha, más bien al contrario.
Un abrazo fraterno – @scasanovam