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Que tu vida sea una donación (Jn 12,24-26)

Donación de sangre. Donación de dinero. Donación de obras de arte. ¿Y donación de vida? Toda donación consiste en desprendernos de algo propio con el objetivo de que otros puedan servirse de ello y, además, sin que esto suponga un coste para los receptores. Es un gesto, una acción de desprendimiento, de generosidad.

Donar implica tener, primero, algo que ofrecer. Donar implica encontrar, segundo, alguien a quién donar. Y donar implica, tercero, perder. Si no tenemos nada, no tenemos a nadie y no queremos perder nada… como que no estamos en la onda.

Jesús nos pide donar la propia vida. No hay mayor donación. No se puede pedir más. No nos lo pide como quién nos ordena algo desde el centro de operaciones. Nos lo pide como aquel que, en la cruz, ha dado el primer paso, el paso definitivo. Nos lo pide sabiendo de qué habla. Nos lo pide porque quiere mostrarnos el camino hacia Dios. Y toca preguntarse: ¿Qué tengo que pueda ofrecer? ¿A quién en cada momento? ¿Estoy dispuesto a perder por amor?

Donar está de moda. Perder, desde luego, no. Donar al menos nos reporta la satisfacción de estar haciendo algo bueno. Pero entregar, dar, morir… perder… eso es demasiado. Y, sin embargo, no hay donación de vida si no se pierde la vida. No hay donación de tiempo si no se deja de dedicar a algo para dedicarlo a otra cosa. No hay donación de energía, ni de dinero, ni de proyectos, ni de sueños… si queremos seguir manteniendo los nuestros propios.

Y en esa pérdida, en esa semilla que cae y muere, está el germen de la vida, del premio, de la recompensa más gratificante.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

El amor no cotiza en Bolsa (Lucas 21, 1-4)

Ricos y una viuda pobre. La mirada de Jesús se posa en esta última. No pasa desapercibido su esfuerzo ante Jesús. ¡Qué mirada tan bonita, cómo filtra y se posa sobre aquellos que lo dan todo en su pequeñez, en su pobreza!

generosidadEsta es la primera enseñanza del Evangelio de hoy: sobre quién posar la vista, quién elegir como referente. Como padre que soy, qué personas poner delante de mis hijos para que aprendan de ellas… Jesús coge a la viuda y la planta como modelo ante sus discípulos. Cuántas veces miro a la viuda pobre de mi barrio y poso mi mirada en ella con condescendencia, con pena, con ansia de ayudarla… Jesús no hace eso. ¡Al revés! ¡La encumbra! ¡La mira con la sabiduría y el amor de Aquel que sabe que en aquella persona se encuentra aquello que es valioso para Dios!

La segunda enseñanza es que Jesús no critica a los ricos. No destruye su acción. No necesita «machacarlos» para ensalzar la opción de la viuda. ¡Cuántas veces intentamos proponer… destruyendo! ¡Cuántas veces destruimos algo bueno porque no es lo más valioso! Jesús no juzga ni carga contra el acto de limosna de los ricos. Jesús se limita a poner en valor la donación de aquella que se da por entero y que, posiblemente, sienta que poco o nada vale su aportación.

Ésta es la última enseñanza para mi hoy: Dios coge lo que das, lo que eres, y lo pone en valor. Dios me mira y le vale lo que doy cuando sabe que sale de dentro, de una profunda donación personal, de un acto de auténtica generosidad, de una determinación total a compartirme. No importa si soy poco, si doy poco. No importa la comparación con otros. La mirada del Padre va directa a mi corazón. Es ahí donde me lo juego todo. Es ahí donde debo ser auténtico.

Un abrazo fraterno

El tesoro de Gollum o el tesoro de Frodo (Mateo 6, 19-23)

Tesoros. Riquezas. Posesiones. Títulos. Reconocimientos. Recuerdos. Cajas y cajas de cosas. Y total… ¿para qué? Ser más que el otro. Ser más que todos. Ser el más rico, el más guapo, el mejor vestido, el que ha llegado más lejos en la universidad, el que ostenta un cargo más alto en la empresa, el que lleva un coche más grande y caro, el que tiene unos hijos más inteligentes, el más poderoso… Y total ¿para qué?

¡Qué dados somos a acumular alegrías pasajeras, méritos perecederos, títulos terrenos! Ni siquiera somos más felices aquí abajo, aunque nos queramos convencer de que sí. Ni siquiera la vida nos va mejor muchas veces. Ni siquiera disfrutamos o agradecemos lo que tenemos. Es pura competición, con otros o con uno mismo. Y tantas veces eso es a costa de lo que somos realmente, a costa de la huella de Dios en nuestro espíritu, a costa de nuestra auténtica felicidad y de la auténtica llamada…gollum-n-the-ring

Yo creo que Dios nos quiere más libres de tesoros. Quiere que descubramos que Él es el auténtico tesoro, que quien pone su vida en sus manos… tiene todo aquello que necesita para ser feliz.

Hace unos días, con mi mujer, hablábamos preocupados por al alto coste que nos va a suponer el próximo comienzo de curso. Luego, el miércoles, la carta de Pablo fue una respuesta contundente de Dios: quien da, recibe. Quien da con alegría, es cuidado por Dios. ¿Hay mayor tesoro que ese? De verdad… ¿hay mayor tesoro que ese? Creo que no. La paz, la libertad, la fuerza que sentí al leer y orar esa Palabra fueron tremendas…

Aquí estamos de paso. La vida está llena de alegrías y satisfacciones que desaparecen y de dolores y sufrimientos que, a la postre, también se van. Esto es un tránsito, un viaje, un camino, una estación. La meta es más allá. El horizonte está al lado del Padre. Ahí pongo mis ojos. Ahí pongo mi deseo. Ahí pongo el corazón. Gollum y su anillo o Frodo y su donación. Dos maneras. Dos perspectivas. Dos riquezas. Y hay que elegir.

Un abrazo fraterno