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¿Qué pasa con los otros? (Lc 4,38-44)

Los otros nos molestan. No piensan como nosotros. No creen lo que nosotros. No aman lo que nosotros. Y, lo que pensamos muchas veces, no son tan buenos como nosotros.

La cuestión es… ¿para qué estamos aquí? ¿Para quién? ¿Para qué estamos en la Iglesia? ¿Para quién? ¿Para qué estoy en la educación? ¿Para quién? ¿Para qué estoy en las redes sociales? ¿Para quién? ¿Para qué son mis dones? ¿Para quién?

Cuidado. No vaya a ser que la comodidad venza al ardor evangélico, que la sintonía venza al fuego apostólico. Cuidado. No vaya a ser que a los otros se les prive de escuchar la Buena Noticia sólo por puro interés (o desinterés) personal.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

¿Cómo andas por el mundo? (Ef 4,1-6)

Hay una escena magnífica del club de los poetas muertos en la que el profesor Keating les anima a caminar a cada uno con el estilo que prefiera. Lo único que les pide es que cada uno busque su manera, que no se dejen llevar por otros, que no dejen que otros les digan cómo andar. Por eso, cuando leo hoy el fragmento de la carta de San Pablo a los Efesios, me recuerda enormemente ese episodio cinematográfico. ¿Cómo andas tú por el mundo? Gran pregunta.

Pablo me propone, te propone, andar según la vocación recibida. Eso es sinónimo de no traicionar a quién eres en realidad, de no darte la espalda a ti mismo, de no querer ser lo que no eres. A mí me cuesta a veces. Descubro que sigue teniendo peso lo que los demás digan sobre mí. Por decirlo de otra manera, sigo necesitando demasiado, tal vez, que los demás estén contentos conmigo. Aún más, sigo necesitando ser aquel con el que estén más contentos. Y como eso es imposible… me afecta.

Hoy te pido Señor que me sigas ayudando a crecer mirándote más a Ti, fijándome menos en las miradas de aprobación o no del resto. Esta exigencia conmigo mismo luego se traslada a la exigencia con los demás. Y hago daño. Y no es justo. Porque cada uno somos distintos, porque cada uno somos «otro», y porque Tú nos llamas a crecer en el encuentro con el «otro». Quiero ser fiel a mi vocación el educador, de marido, de padre, de comunicador de tu Buena Noticia, de escolapio. Y que nada me distraiga de mi camino.

Un abrazo fraterno – @scasanovam