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¿Por qué? #buenapregunta
Lleno de dolor, quiero ofrecer mi oración a todas las víctimas del terrorismo. Hacerlos presentes.
Ánimo, soy yo, no tengáis miedo (Mc 6,45-52)
Hoy en España es día grande. La noche de los Reyes Magos, previa Cabalgata, creo que es una de las noches más especiales del año en la que se pone en juego lo mejor que llevamos dentro: el niño que vive nosotros, el pequeño que se manifiesta.
Fuera de regalos y celebraciones , en la Epifanía se celebra la manifestación de Dios niño ante los pueblos del mundo representados en los tres magos sabios venidos del Oriente. Es como si estos tres personajes, guiados por las Palabras de Cristo en el Evangelio de hoy, dejaran sus miedos a un lado y descubrieran que vale la pena jugarse y gastarse la vida en pos del Dios niño que les invita a ir a su encuentro. También nosotros somos llamados a eso y, aunque muchas veces, no percibimos más que la grandeza de algo que está sucediendo sin llegar a ponerle nombre, debemos dejar nuestras seguridades y emprender el viaje largo y costoso de encuentro con Jesús.
En la cara de nuestros hijos la mañana de Reyes se plasma la capacidad de sorpresa, la ilusión por la vida, la capacidad de creer más allá de lo real en algo mejor que me impulsa. ¡Felices Reyes!
Un abrazo fraterno
Carta a propósito de un nombre
He pensado mucho escribir esta carta y, finalmente, he decicido hacerlo. Da la casualidad de que no me encuentro en España sino que estoy de curso en la encantadora Freiburg, al sur de Alemania. ¿Me permitirá eso salirme un poco de mi España para hablar sobre uno de los problemas que no damos acabado de solucionar? Ojalá. Este frío continental aclara las ideas y alejado uno del calor sureño piensa mejor: una mente abierta al mundo y en el mundo es medicina que a más de uno le tendrían que recetar.
Hace unos días tres políticos se «dejaron preguntar» en un programa de la TV pública española. Uno de ellos era Josep-Lluís Carod-Rovira, máximo dirigente de Esquerra Republicana de Catalunya y, actualmente, vicepresidente de la Generalitat de Catalunya. ¡La que armó! Yo no vi el programa en directo pero fueron tantas las referencias surgidas en los diferentes periódicos nacionales al día siguiente que la curiosidad fue mayor que mi desinterés. Busqué el vídeo en YouTube y allí encontrá la media hora, más o menos, en la que Carod responde las preguntas de los ciudadanos seleccionados. Carod no es una persona que me provoque simpatía y no comparto la mayoría de sus ideas políticas. Pero esta apreciación personal no puede hacerme perder de vista que Carod tiene sus ideas, su visión de España, sus argumentos y que todo ello es perfectamente respetable. Para mi, en esa media hora, no dijo ninguna barbaridad ni cometió ningún improperio. Expuso su visión y sus opiniones. Ya está. ¿Por qué esto debe causar tanto revuelo? ¿Por qué nos escandalizamos de que alguien plantee la república, la autodeterminación, la independencia…? Son ideas políticas como sus contrarias. Yo puedo no estar de acuerdo pero eso no criminaliza las opiniones de una persona. Hecho de menos que este país sepamos debatir con un mínimo de educación, equilibrio, sosiego y calidad argumental… ¿Qué le vamos a hacer?
La polémica principal pareció desatarse por la insistencia de Carod ante dos espectadores explicándoles que él no se llamaba «José Luis» sino «Josep Lluís». ¿Qué incorreción hay en esto? Yo no la veo. Creo que el nombre es algo personal y absolutamente inmutable. Y lo peor es la pobre excusa: no saber catalán. La segunda señora fue un poco más allá y dijo que ni lo sabía ni le interesaba conocerlo… Desde Freiburg, Europa, y mirando con perspectiva… ¡Qué incultura! ¡Qué cortedad de mente, de horizonte!
Los nacionalismos (español, catalán, vasco, gallego y otros) están perdiendo la gran oportunidad de saber valorar la riqueza lingüística y cultural que abunda en España. Las incoherencias de unos y otros, las malas políticas, el ansia de poder y pasar a la historia… están llevando a confrontar en unos temas que otros en el mundo han sabido vivir como riqueza. Me entristece comprobar la falta de equidad en este tema y la apuesta por la venda en los ojos para defender cada uno su parcela. Como si no nos bastara con una Historia complicada como para intentar complicar el presente enredando más y más… Yo hablo gallego, catalán, castellano e inglés. Y me enorgullezco de ello. Y me enorgullezco de conocer dos de las lenguas que son oficiales en territorios que forman España. Eso es también España. Y me enorgullezco de conocer el castellano y de presumir de una cultura común a todos milenaria y universal. No veo razón para la incompatibilidad.
Sé que es un tema complicado pero escribo esta carta no tanto como apoyo a Carod (que a veces no hace lo que predica) sino como llamada a la reflexión. Los treinta minutos fueron reflejo de una España que no se acepta a si misma, de unos nacionalismos que no aceptan a España y de unos ciudadanos tremendamente pobres, pobres, pobres… Carod es igual de problemático en este país que esa señora que despreció el catalán. Así lo veo.
Yo, mientras, seguiré llamando a cada uno por su nombre. Paco, Juan, Jordi, Txema, Xurxo, Alberto o Idaira. No es un esfuerzo, es un placer.
Un saludo