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Evangelio para jóvenes – Domingo 6º del Tiempo Ordinario Ciclo C

Mañana es San Valentín y muchos de vosotros os encontraréis con un regalito de vuestra pareja, de vuestro amigo, de vuestra madre… Otros muchos no tendremos regalo porque, o bien no hacemos nada especial ese día, o bien no tenemos pareja o no hacemos eso con los amigos de la pandilla. El caso es que es un día en el que mucha gente reconoce que el amor le hace feliz, que sus días son mejores amando y siendo amado. Hoy, Jesús, nos plantea un camino de felicidad que rompe esquemas. Escuchemos: Lc [6, 17.20-26].

En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.
Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo:
«Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.
Dichosos vosotros, cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten, y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.
Pero, ¡ay de vosotros, los ricos!, porque ya tenéis vuestro consuelo.
¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!, porque tendréis hambre.
¡Ay de los que ahora reís!, porque haréis duelo y lloraréis.
¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas.»

Hoy se te ofrecen múltiples caminos de felicidad, lugares donde se te promete lo mejor, experiencias que te cambiarán la vida. La tecnología, el progreso, el sexo sin tabúes, el éxito laboral, viajar y conocer mundo… ¡Mucha oferta! Nuestros padres y nuestros abuelos no pudieron ni oler mucho del bienestar que hoy disfrutamos. Y aún así, seguro que te sientes solo, frustrada, acomplejada, necesitado, incompleto. Seguro que tienes esa sensación de no haber llegado todavía… Te dejo tres ideas:

  • «Felices» –  Bienaventurados, dichosos… múltiples traducciones para expresar algo que todos buscamos: ser felices. Jesús ofrece aquí una receta de felicidad. Pero leyéndola, despacio, estoy seguro que te dejará algo perplejo y de que sentirás rechazo. «Jesús no puede estar planteando eso«, pensarás. Pero, ¿y si justamente está planteando exactamente eso? Tal vez la cuestión está en qué entiendes tú por felicidad y qué entiende Jesús por felicidad. Plantéatelo. ¿Puedes ser feliz traicionándote a ti mismo? ¿Puedes ser feliz sin desplegar todas tus posibilidades? ¿Puedes ser feliz sin apostar por el amor de verdad? ¿Puedes ser feliz solo con cosas? ¿Puedes ser feliz sin Dios, que te anima a ser libre y te ilumina caminos de libertad? ¿Puedes o no puedes? Busca la verdad de tu corazón.
  • «Luces largas» – El camino de la felicidad no está patrocinado por Nesquik. No es instantáneo ni viaja en fibra óptica. Hay que «poner las largas», dicho en argot automovilístico. ¡Qué difícil eh! Pero hay que intentarlo. La felicidad no es momento, ni instante. La felicidad no es un titular ni es comida rápida. La felicidad no usa gafas para cerca sino que requiere las gafas para lejos. Por eso te cuesta… porque tú te contentas con estar a gustito sólo aquí y ahora y buscas lo que te sacie aquí y ahora. Y te da igual que eso termine y se evapore y vuelvas a estar igual o peor… Por eso tienes que levantar la mirada y mirar horizonte. Jesús habla de una recompensa en el cielo y no debemos perder esto de vista: la vida no se acaba aquí. Lo mejor viene después. Pero el cielo también se toca ya en esta vida, aunque no inmediatamente. ¿Por qué no buscar lugares, personas, experiencias, espacios… que te ayuden a permanecer en ese camino de felicidad?
  • «¡Ay!» – El final del Evangelio no es bonito. Porque Jesús se pone en modo «madre» y nos advierte de lo que puede pasarnos si no hacemos caso. Tú y yo sabemos que pasa. Ya lo hemos probado. Lo hemos sentido en nuestro propio cuerpo y corazón y lo vemos todos los días alrededor. Sabemos lo que es vivir con casi todo y sentirnos casi nada. Sabemos lo que es vivir acomodados y, a la vez, insatisfechos. Sabemos lo que es probarlo todo y no contentarnos con nada. Y sabemos el dolor que produce y el túnel al que nos lleva. ¿No crees que es un precio demasiado elevado? ¿Por qué sigues tragando con la publicidad engañosa, con los vendehumos, con los que entretienen pero no alimentan?

Hoy es un domingo bonito para que apuestes por tu felicidad, pero por la de verdad. Jesús no quiere que vivas debajo de un puente ni que dejes de usar tu móvil o que no aspires a tener un buen trabajo y ganarte bien la vida. Jesús quiere que le dejes espacio, que dejes espacio a otros, que te dejes espacio a ti, que no te conformes, que vivas con menos pero que te sientas más y mejor. Jesús nos propone una manera de vivir que, además, tejerá un mundo diferente, distinto. Vale la pena.

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

Rechazar una invitación (Lc 14,15-24)

Creo que hay una casa que es peor que hacer el mal: rechazar el bien que te llega. Es como rechazar una invitación a la mejor fiesta del mundo, al mejor banquete de la historia, al evento más especial de la vida. Es tirar a la basura lo que se te concede sin merecerlo. Terrible.

No sé si visteis la película o el musical de «Los Miserables». Me encanta. La película tiene varios momentos grandiosos, épicos y terribles, dramáticos algunos. Pero creo que no hay momento peor que cuando Javert rechaza el perdón de Valjean. Por un momento parece que la disputa y la persecución de tantos años, tenía arreglo. Pero el corazón de Javert prefiere antes la muerte que saberse perdonado. ¿Hay algo más trágico?

La vida nos trae cosas buenas. Regalos inesperados. Personas sorprendentes. Detalles increíbles. Podemos cogerlos o dejarlos pasar para seguir centrándonos en lo mal que nos va, en lo que  nos falta, en lo que no tenemos ni entendemos. Dios nos hace cada día un ofrecimiento: seguirle, amarle, sabernos perdonados y amados por Él. ¿Qué hacemos con esa invitación? Muchas veces… darle la espalda, con sonrisa fácil e hipócrita. ¿Hay algo más trágico? ¿Hay pecado mayor?

Un abrazo fraterno – @scasanovam