Creciendo en familia (Lc 2,36-40)
Es de los pocos pasajes en el que se nos hablaba de un proceso en el tiempo durante la infancia y adolescencia de Jesús: iba creciendo, robusteciéndose y se llenaba de sabiduría. Y todo eso en su pueblo, junto a su familia.
Fueron años donde ese crecer, ese robustecerse y ese llenarse, fueron preparando a un niño, y luego a un joven, para la misión que Dios Padre le tenía reservada. No era el momento. Ni podía serlo. Jesús, Dios Hijo, tenía pocos años y mucho que aprender todavía.
Los frutos en el camino llegan después. A veces queremos verlos pronto pero el tiempo juega su papel. Jesús no pasó 30 años «esperando», escondido, su momento. Su momento llegó tras una infancia y una juventud vivida en plenitud, tras una vida familiar rica, tras una preparación seria.
Dios se encarnó y vivió todo aquello que nos es plenamente humano y sacralizó, por tanto, todo para nosotros. Dejemos que la vida siga su curso. Crezcamos, robustezcámonos, llenémonos de sabiduría. No tengas prisa en encontrar lugares en el mundo, en responder a vocaciones tempranas. Poco a poco. Todo llega. Y cuando llegue, debemos estar preparados.
Un abrazo fraterno – @scasanovam