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¿Qué pasa si me muero mañana? #buenapregunta

Yo no me quiero morir con la sensación de haber sido infiel a la llamada de Dios, de haber incumplido el sueño de Él para mí, de haber tirado mi vida en pos de cosas sin importancia, de haber dejado de hacer tanto…

Yo pienso esto todos los días. Pienso en cuando me vaya. Puede ser mañana. Puede ser dentro de 50 años. El caso es que, igual que Pablo o Jesús, quiero irme diciéndole a Dios: «Señor, lo he dado todo. No me he guardado nada. Lo he intentado. Sé misericordioso conmigo. Quiero estar a tu lado el resto de eternidad«. Yo quiero eso.

El día de hoy no ha sido bueno. No me gusta mi trabajo. Lo tolero pero convivo con esa sensación de que no puedo estar mucho más tiempo dedicando tanto a algo que no me llena, que no responde a lo que Dios me pide y que no saca de mí los dones que Dios me ha dado. Por ahora no queda otra, pero hoy ha sido muy difícil. Me siento muy cansado en este punto. ¿Debería ser valiente? ¿Debo ser prudente? ¿Quiere Dios que mueva ficha? ¿Quién lo sabe?

Me agarro a la cruz, resisto, rezo y confío en la jugada que tengo en mi mano. Amén.

Un abrazo fraterno

Oración en el huerto de Getsemaní

Mi voto es para Dios #votoútil

Padre de huérfanos, protector de viudas, 
Dios vive en su santa morada. 
Dios prepara casa a los desvalidos, 
libera a los cautivos y los enriquece.

¿De izquierdas? ¿De derechas? ¿De centro? ¿Cuál es el programa político de Dios?

Yo leo el salmo de hoy y lo tengo algo más claro. Y tengo claro también a lo que me llama. Mientras, ahí afuera siguen dándole vueltas a la rueda.

Un abrazo fraterno

partidos

¡Nosotras parimos! Y nosotros también #daraluzalaLuz

En lo que a Dios se refiere, todos estamos llamados a dar a luz, a traer al mundo la Luz. Esa es posiblemente una vocación compartida entre todos, que unos aceptan y otros no.

Lo que parece claro es que, en ese «dar a luz» al que me llama Jesús, aparecerán la tristeza y la alegría. La tristeza, primero. La alegría, después. No mola el plan. A mí me gustaría que fuera al contrario. Pero desde mi ser padre de tres criaturas entiendo el planteamiento. Es muy difícil explicar a quién no ha experimentado la maternidad y la paternidad, cómo se vive esa alegría que brota de lo, aparentemente, inexistente. O como esa alegría compensa en su totalidad todo la tristeza y el sufrimiento que también trae consigo el proceso.

Jesús no quiere una panda de amiguetes alegres y satisfechos, resabiados, respetadísimos, acomodados… Jesús no quiere burgueses espirituales. La «clase media» espiritual no sirve. Esto no va de eso. Jesús quiere hombres y mujeres pecadores, sedientos de Dios, en búsqueda de la Verdad que sacie sus vidas, insatisfechos pero abiertos al encuentro con Él. ¡Cuánta energía gasto a veces en ser de los primeros sin darme cuenta que el camino es el segundo!

Todo a tus pies Padre. Amén.

Un abrazo fraterno

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Conversos y católicos de toda la vida #apropósitodePablo

Leo la lectura de Hechos de hoy y me veo reflejado en parte en ese pueblo judío al que Pablo no es capaz de evangelizar, de llegar. Ellos «ya saben». Ellos ya tienen «su Dios». Ellos han sido judíos «de toda la vida». ¿Qué puede enseñarles ese converso de pacotilla, ese gentil de Tarso?

Pablo habla de un Jesús vivo, experimentado y conocido. Habla de un Dios que le salió al paso y que le puso todo patas arriba. Pablo habla desde su vida, desde su experiencia reciente pero intensa. A Pablo le arde el corazón.

¿Cuántas veces desconfío Señor de ese ardor de otros? Porque yo «ya sé». Yo ya tengo «mi Dios», «mi Jesús», «mi Iglesia». Yo soy católico «de toda la vida». ¿Qué me estaré perdiendo Señor?

Pongo hoy, delante del Padre, la frialdad de mi corazón y de mi mente que, tantas veces, me impide darle a mi fe el ardor que otros hermanos me aportan. Amén.

Un abrazo fraterno

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Mi Dios no es de oro ni de plata ni de piedra

Mi Dios no es de oro ni de plata ni de piedra. Mi Dios se hizo hombre. Mi Dios nació, sintió el frío del invierno. Mi Dios supo lo que es el abrazo de una mamá y el cuidado de un papá. Mi Dios jugó, como cualquier niño. Mi Dios tuvo una familia y cumplió con ella. Mi Dios sabe lo que es marcharse de casa, siguiendo una llamada. Mi Dios conoce el desierto, su aridez, su calor abrasador, su horizonte inalcanzable. Mi Dios sintió hambre y sed. Mi Dios fue tentado y venció la tentación. Mi Dios conoce el rostro del Mal. Mi Dios tuvo amigos y se alegró y se decepcionó con ellos. Mi Dios supo lo que es el cariño de la gente pero también conoció el rechazo, la injusticia, el desprecio. Mi Dios tuvo miedo y lo abrazó. Mi Dios conoce el sonido del sufrimiento, del SUFRIMIENTO en mayúsculas. Mi Dios me salvó y me abrió las puertas de la Vida.

Mi Dios tiene rostro, fragancia, tacto, gusto y oído para escucharme. Mi Dios está tan cerca de mí que me equivocaría si lo buscara muy afuera. Mi Dios me llama por mi nombre y me enseña a pronunciar el suyo. Me ama como nadie, apasionadamente hasta la extenuación.

¿Qué Dios hay así?

Un abrazo fraterno

Jesús

Al encuentro del carcelero #lohepillado

Ayer me decía una persona a la que mucho quiero, que le gustaban más los posts cuando los escribía sin pensar tanto en quién los iba a leer… Esas entradas más mías, sin mayor objetivo que el de compartir conmigo mismo lo que me hacía sentir la Palabra al orarla. Me dio qué pensar… y qué sentir.

Hoy me encontré con la lectura de los Hechos y me llené de fuego. Ese ardor que uno siente cuando lee una historia que le toca lo profundo y enardece las entrañas. Veo a unos hombres esclavos, apaleados, humillados, encarcelados… por una «plebe» que no acepta su palabra; una «plebe» molesta, revuelta. Estos hombres no reúnen firmas, ni protestan, ni se revuelven, ni siquiera piden a Dios su liberación y claman contra la injusticia. Estos hombres se entregan a la oración. Y luego viene todo lo demás.

La oración como principio. La oración como ingrediente. La oración como fermento. La oración como pilar, como suelo, como base. La oración como origen. Una oración que sacude y abre las puertas de todo aquello que me aprisiona, que me esclaviza. ¿Para qué? Para ser testigo auténtico del Señor y llevar su Palabra a los demás.

El mundo no se convertirá sin mi oración. El mundo no se convertirá mientras no sea yo el primer liberado, mientras mis cadenas no se rompan, mientras no me sienta auténticamente salvado por el  Señor Jesús. En el mundo no voy a encontrar comprensión ni aceptación. Las «plebes» nunca son convertidas en masa. Sólo el encuentro uno a uno con los «carceleros» del mundo irán transformándolo todo… 

Capto el mensaje Señor. Rezar para ser liberado. Liberarse para encontrarse. Encontrarse para predicar. Predicar para salvar.

Un abrazo fraterno

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Tengo el mejor de los Defensores #sinmiedo

Es verdad. Jesús no está. Ninguno de nosotros ha podido recogerse entre sus brazos o encontrarse cara a cara con su mirada, igual que la Magdalena o Pedro. Pero no nos ha dejado solos. No estamos solos.

La manera que tiene Jesús de denominar al Espíritu Santo me llama profundamente la atención: el Defensor. Un defensor no es tan sólo alguien que me protege y me libra de desgracias. Esa es, tal vez, la acepción más extendida pero no en la que hoy me quiero detener. Me gusta más entender al Defensor como Aquel que me sostiene, Aquel que sostiene mi fe.

Cuando leo el Evangelio de hoy me doy cuenta de que Jesús ya advirtió que las tentaciones iban a ser muchas, y también los ataques y las incomprensiones. Pienso en las personas que han perdido su casa, en las que pasan hambre, en las que ven caer enfermo a uno de sus hijos, en las que mueren aplastadas por las bombas de una guerra sin sentido… y todo amparado por el silencio de Dios, al menos por su permisividad ante estos hechos. No es descabellado pensar que estas personas se pregunten «¿dónde está Dios? ¿dónde está el Defensor?». La fe se tambalea, se cuestiona, entra en crisis tantas veces…

No hay mayor regalo que nuestra fe en Jesús. No hay mayor tesoro. No hay nada más importante que proteger. Nada más crucial para sostener. Eso le pasa a Lidia, la romana, en la lectura de Hechos. Le es regalada la fe y esa fe abrirá las puertas de su casa y de su corazón de par en par al amor de Dios.

Confiemos en el Espíritu. No tengamos miedo. Mientras Él esté cerquita… lo más preciado está garantizado… si así lo deseamos.

Un abrazo fraterno

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El secreto de los santos: ser del Espíritu #sersanto

Nacer del Espíritu. Ser del Espíritu. Pies en el suelo pero sin ancla, sin peso, sin cadenas.

Ser del Espíritu es estar dispuesto, estar disponible.
Ser del Espíritu es estar a la escucha y responder, como Samuel, «aquí estoy, Señor».
Ser del Espíritu es hacer planes sabiendo que el Señor puede tener otros.
Ser del Espíritu es no asegurarse la vida sino andar sobre el alambre.
Ser del Espíritu es mirar hacia arriba y no mirar hacia abajo.
Ser del Espíritu es abrirse a la sorpresa y acogerla con alegría.
Ser del Espíritu es ser sensible a la caricia de Dios, sentir que estás «tocado» por Él.

A mí me gusta vivir ligero de equipaje. No es fácil. A veces uno tiene la tentación de vivir preocupado, como viviría cualquiera… pero yo me lo creo, me creo que mi guardián nunca duerme, y que no me dejará tropezar.

Un abrazo fraterno

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Jesús y la alfombra roja #iPasión

La alfombra roja nos la hemos inventado para los momentos especiales, para que los grandes, los famosos, los superstar… pisen por ella a su entrada en un gran evento. Los fans se agolpan alrededor de la alfombra roja, ansiosos, esperando el momento para aplaudir, piropear, chillar y venerar a sus ídolos.

Jerusalén ya puso alfombra roja en su momento, para recibir a Jesús. Un rabino judío, famoso, del que la gente había oído hablar, por sus milagros, sus predicaciones, su manera distinta de hablar de Yahvé. Como ahora, también la muchedumbre entregada esperaba con vítores y flashes la entrada del tal Jesús en su ciudad. Al éxito, al glamour, nos apuntamos todos.

El encanto de la alfombra roja es cautivador y enigmático. Sube el ego de quién la pisa y sume a los que la rodean en un estado de euforia colectiva que engancha. Es el camino del reconocimiento, del triunfo ante las cámaras.

¿Por qué no huye Jesús de ese recibimiento? 

¿Por qué, igual que hizo en el templo, no chafa el plan de aquellos que le vitoreaban sin saber muy bien por qué?

¿Por qué la muchedumbre le reconoce como líder?

¿Por qué la visión de un Jesús a lomos de una borriquita no hiere la mirada de aquellos que esperaban un libertador?

¿Qué atemorizó de aquel líder manso a los fariseos y miembros del Sanedrín, que vieron en Él un peligro?

¿Y hoy?

¿Dónde seguimos recibiendo a Jesús con la alfombra roja? ¿Dónde seguimos queriendo éxito, reconocimiento, flashes y cámaras, vítores y piropos? ¿Somos hoy también una muchedumbre que aclama a un libertador original, revolucionario, vistoso? ¿Somos la élite de la alfombra roja? ¿Somos fans de Jesús?

Cuidado con la alfombra roja, no nos haga tropezar…

Un abrazo fraterno

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¿Dónde está Dios? #elementalqueridoWatson

Nuestras obras. Las obras de los demás. ¿Es tan importante lo que hacemos? ¿O es más importante creer y tener fe? En la Palabra uno puede encontrarse ambas cosas y posiblemente ambas son necesarias. Pero el Evangelio de hoy me plantea algo que va más allá de lo que pueda parecernos a priori.

Jesús apela a sus obras para demostrar que Dios vive en Él. Sus obras buenas hablan de Dios. Esto implica que Dios vive, está, en el bien que se puede hacer porque Dios es el Bien mismo, el origen y final de todo.

¿Cómo cambia mi día a día el Evangelio? Pues debería llevarme a reconocer el Dios que vive en lo bueno que hacen las personas, incluso aquellas que se manifiestan alejadas de Dios y de la Iglesia. Dios vive en sus obras. Dios vive en el amor por sus hijos o por su pareja, en la excelencia en su trabajo, en el compromiso que tienen e una ONG, en la escucha desinteresada a su anciano padre, en la visita a un enfermo un día de descanso, en la manera de tratar a los de su alrededor… Dios se manifiesta también a través de aquellos que no lo ven o no lo reconocen.

Si mi mirada se centra en eso y no en otras cosas, me será más fácil entablar diálogo, salir al encuentro, tener un lugar desde donde construir juntos… ¡No me digas que no se abre un mundo de posibilidades! ¡¿Te imaginas el bien que se puede hacer?!

Y cuando llegue el momento, habrá que decir: «Ese bien que haces, es Dios mismo… Lo tienes más cerca de lo que te crees«… Y a ver qué pasa.

Un abrazo fraterno

lampara