Entradas

¿Qué ley llevas en el corazón? (Mc 7,1-13)

Fariseos. Nunca se extinguen. Duros en su juicio y débiles en su corazón. Aferrados a la ley, para no perderse. Ligeros en su autojustificación y extenuantes para su prójimo. Conocedores de la letra pero analfabetos de la misericordia. Son esos que se tragan mosquitos y cuelan camellos.

Yo también puedo serlo a veces. Porque la Ley me ofrece seguridad. Me permite decir esto sí y esto no. Es más fácil aplicar la ley que amar. Es más fácil dictar sentencia que arriesgarse en el perdón. Es más sencillo aplicar penas que escuchar, sentir las miserias del otro, hacerlas propias y exhortar a vivir según el Evangelio. ¡Justicia! Clamo a veces, como los fariseos. ¡Justicia, Señor!

Pero Jesús me invita a otra cosa. Me invita a algo más difícil pero, a la postre, más pleno, más verdadero, más radicalmente decisivo para que el Reino se vaya fraguando. ¿Lo conseguiremos? ¿Nos atreveremos?

Un abrazo fraterno – @scasanovam

¡Este Reino no va de ayunos! (Mc 2,18-22)

Claro que el ayuno es una práctica recomendada, indicada y prescrita dentro de la Iglesia católica para varios momentos, incluso como práctica habitual. Muchos dicen que ayuda al crecimiento espiritual. No lo dudo. No pretendo cuestionar eso. Tras el titular de hoy se esconde, sin embargo, algo mucho más importante. Y es que el Reino de Dios que nos trae Jesús no va tanto de esfuerzos personales como de disposición a acoger su persona.

Curioso como el Evangelio nos presenta a un Jesús, que pese a ser judío y estar muy cercano a la predicación de Juan, toma distancia de las prácticas de sus discípulos y de los fariseos. No tanto para generar nuevas tendencias ni como estrategia de liderazgo político, sino porque el Reino de Dios que Él viene a anunciar es otra cosa. Y Él lo sabe con certeza, con confianza y con autoridad. Lo sabe de tal modo que no vacila cuando otros le preguntan por tal novedad.

El Reino de Dios no se asalta. No se toma con esfuerzos personales. El Reino no va de méritos, ni de medallas. El Reino de Dios no es ganado ni alcanzado por nadie por sus propias fuerzas, bondades y sacrificios. El protagonismo no está en nosotros. Nosotros no nos ganamos el cielo. No se nos da un carnet de puntos que será chequeado en el juicio final. El Reino que Jesús presenta es un Reino que se desborda, que se regala, que se ofrece. Él viene a invitar a todos al gran banquete. A todos y cada uno. Por pura iniciativa, por pura misericordia, por puro amor. Por eso no es una mesa de puros, de cumplidores, de buenos y justos. Es una mesa donde todos tenemos sitio pese a nuestras infidelidades, incoherencias, injusticias, indiferencias, egoísmos.

La novedad radical del amor de Dios no cabe en antiguos esquemas de leyes y scores. Todo eso salta por los aires.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Selfies fariseos (Mt 23,27-32)

Vivimos en tiempos de selfies. Un ponerse en el centro para contarle al mundo que eres genial, que estás feliz, que viajas un montón, que tu vida es fantástica, que conoces a mucha gente, que haces muchas cosas… Podríamos seguir. Yo creo que se puede resumir en una súplica desesperada por un «like», por un «me gusta», por un «te quiero» de las redes del siglo XXI.

¿Por qué aparentas? ¿Tal vez necesitas demostrar que sí, que vales la pena? ¿No te ha dicho nadie nunca que no hace falta? Eres querido, sí. Valorado, también. No hace falta que viajes tanto, ni que hagas tanto, ni que enseñes tanto… No hace falta que sumes puntos.

Dios no necesita de filtros para mirarte y ver a alguien bello, maravilloso, único, única, hermosa. No te hacen falta con él. Ni te hace falta ponerte siempre en el centro para llamar la atención. Él ya sabe que estás ahí. Eres su hijo, su hija, predilecto. Te ama. Sueña contigo. Camina contigo. Sufre contigo. Él quiere que cambies la mirada. Mientras te miras a ti mismo, por miedo, por inseguridad, por necesidad, te pierdes lo que hay a tu alrededor. Gira la vista y mira al frente. Dale la vuelta a la cámara y fotografía las maravillas de Dios. Olvida tu selfies fariseos que te hacen aparentar algo que no eres en realidad. Tú eres más.

Decídete a vivir con la certeza de que eres mirado con amor. ¡Verás qué sensación!

Un abrazo fraterno – @scasanovam