Evangelio para jóvenes – Domingo 2º de Cuaresma Ciclo C
En el cole hemos pasado la dura semana de exámenes. Ansiedad, nervios, crisis de confianza, frustración, miedo… Son sentimientos y emociones normales cuando sentimos que «somos probados». A veces tenemos expectativas muy altas sobre nuestras posibilidades. Otras veces, nuestra autoestima es bajita y nos decimos a nosotros mismos que no lo conseguiremos. El caso es que, en cualquier circunstancia, la vida incluye la prueba. Y toda prueba nos tensa y nos lleva a tocar nuestros límites con la yema de los dedos. A Jesús la prueba le llegó en forma de camino hacia la cruz. Y en ese camino, él y algunos apóstoles, tuvieron la experiencia que hoy nos narra el evangelista: Lc [9, 28b-36].
En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.
Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» No sabía lo que decía.
Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle.»
Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.
La «transfiguración» suena a algo muy complicado. ¿Y si intentamos traducirlo? ¿No será que Jesús, viendo venir su pasión, y poniéndose en el lugar de sus pobres apóstoles, decide ofrecerles un pequeño «spoiler» de cómo va a terminar su historia y, por añadidura, la suya? ¿No será que para afrontar toda prueba, con fuerza y valentía, necesitamos saber y sentir que hay posibilidades de victoria? ¿A que ahora ya no suena tan complicado? Somos probados, sí, pero, a cambio, todos podemos «tocar el cielo» y saber lo que nos espera al final. Te dejo tres ideas:
- «La montaña» – Tomar distancia. ¡Qué importante! Sigo un camino, todos lo hacemos. Seguimos la senda, afrontando lo que viene y, a veces, las cuestas se nos hacen demasiado empinadas. Dificultades con las que no contábamos, la debilidad que aparece y nos hace vulnerables, el miedo a perdernos… Ponemos las luces cortas y no vemos más allá. Por eso es necesario retirarse un poco. Hay que salirse un poco del camino para poder mirar con perspectiva. Hay que pararse y buscarse y ponerse a tiro de Dios. Dios está y habla… pero hay que sintonizar su frecuencia. Salirse a la montaña a orar no es más que hacer un alto para encontrarte con la luz que te habita, con el Dios que te sostiene, con la vida que resiste en tu corazón. Y de ahí nunca saldrás defraudado.
- «Moisés, Elías y una voz desde una nube» – El que nos cuenta esta historia tiene algo grande que contarnos: Jesús es importante, Jesús es el Hijo, Jesús es el Mesías, Jesús es aquel que viene a colmar tu corazón, Jesús es el que viene a traerte la paz. Y por eso aparecen Moisés y Elías, figuras importantísimas del Antiguo Testamento. Y por eso se oye la misma voz que habló en el Bautismo de Jesús. Para decirte, a ti, hoy: síguelo. No te equivocas. Síguelo. Pese a tus dudas. Pese a tu miedo. Pese a tus preguntas. Pese a tus imperfecciones. Síguelo. Con Jesús, toda prueba se lleva mejor. Con Jesús, toda prueba termina bien. Con Jesús, el sufrimiento del camino es compartido. Con Jesús, hay sentido. ¿No necesitas descansar en Él, confiar en Él, llorar en Él, esperar en Él?
- «Vestidos blancos y brillantes» – La vida pesa demasiado a veces. Tú lo sabes como yo. A veces es fácil perder las fuerzas y la esperanza. Jesús lo sabe. Y por eso, antes de su pasión, permite que tres de sus apóstoles saboreen ya un poquito de la Resurrección que vence a la cruz, del cielo que vence a la muerte. También a ti te lo permite. No hace falta esperar a la vida eterna. Seguro que hay personas, lugares, experiencias… que te permiten «cargar pilas», volver a llenarte de esperanza, sacar fuerzas de flaqueza… Son «un trocito de cielo» para ti. Jesús los pone ahí para ti. sabe de la dureza de tu camino y no quiere que desfallezcas. Jesús quiere que toques eternidad, que paladees el amor, que sepas a qué sabe la paz de verdad. ¿A qué eres capaz de poner nombre a esas personas, a esos lugares, a esas experiencias, a esos momentos… en los que tú también te asomaste al Reino de Jesús Resucitado? Demos gracias por ello.
A veces la prueba lleva el nombre de exámenes, otras veces de enfermedad o muerte, otras veces de desempleo, de guerra, de hambre… A veces se viste de depresión, de ansiedad, de desamor… A veces se disfraza de túnel y otras veces su pendiente es grande y cuesta escalarla. La buena noticia de hoy es que no estás solo, ni sola. La buena noticia es que, al final, siempre se gana: el dolor, la muerte, la oscuridad, el sufrimiento… no tienen la última palabra en tu vida. Camina, pues, con más confianza y con menos miedo. Y busca tu trocito de cielo.
Un abrazo fraterno
Santi Casanova