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Habla, Señor, que tu siervo escucha (I Samuel 3, 1-20)

Las cosas poco a poco se van clarificando porque a base de escuchar y estar pendiente de lo que a uno le rodea, uno va sacando conclusiones. A veces lo que se escucha no es lo que a uno le apetece y uno se pregunta dónde estará Dios escondido: ¿en la intuición que trae la realidad? ¿En la intuición también basada en la ilusión y el amor profundo?

Es duro. A mi se me hace duro. Hay que mantenerse alerta y seguirle diciendo al Padre que hable, que hable… que lo necesito.

Un abrazo fraterno

Para que, cuando llegue la hora, os acordéis… (Jn 15,26 – 16,4a)

Estos últimos días me está costando mantener el compromiso de la oración diaria y ésto se refleja en el blog. Las entradas se han espaciado y, lejos de haber dejado de interesarme, lo que pasa es que no doy sacado tiempo para todo o, más bien, no doy tenido la cabeza y el espíritu en tantas cosas.

La irrupción de nuevo de los estudios en mi vida y de una nueva etapa universitaria viene han configurado mi tiempo y mi energía de manera distinta. Me embarga la ilusión y tengo ganas de sacar esos estudios en los que me he embarcado. Las sensaciones son buenas y el Espíritu sopla con cariño proveyéndome de fuerzas para afrontar esta etapa con un mínimo de garantías. Y la energía se me está yendo por ahí ahora. Todavía no he sido capaz de meterlo todo en la vida de manera natural y de tocar los pedales, al mismo tiempo de girar el volante, mirando al frente y estando atento a las señales que bordean la calzada… Supongo que lo conseguiré pero ahora ésta es mi realidad.

El Evangelio de hoy viene con la tarea de prevenir, de prevenir dificultades. Bien. Pero yo ahora necesito disfrutar y saborear las ganas y la ilusión con las que me he llenado. Cuando lleguen «las vacas flacas» ya sufriremos. Llegarán. ¿Pero por qué amargar el momento actual con oscuros futuribles?

Un abrazo fraterno

El Espíritu Santo será quien os lo enseñe todo… (Jn 14, 21-26)

Tal vez por estar hablando mucho del Espíritu últimamente o tal vez porque el mismo Espíritu me hace pensar en Él… el caso es que me está gustando enamorarme de Dios Espíritu. Hoy lo compartí en mi reunión de comunidad. Miro para atrás y me doy cuenta de la brisa que ha ido guiando mis pasos y mis acciones. Esa intuición alentadora, esa determinación inexplicable, esa ilusión contagiosa, esa valentía desconocida… mi historia está llena de soplos de Espíritu.

Siempre me había centrado en Dios Padre y en Dios Hijo y me había olvidado un poco de la persona más cautivadora por ser menos «persona». Dios te enamora por el Espíritu. Y a mi me gusta estar enamorado…

Un abrazo fraterno