Si Jesús lo hubiera hecho en España, en lugar de en Palestina, lo primero que podemos decir es que hubiera sido criticado. Todos sabemos que en España, cada ciudadano confeccionaría una lista distinta de convocados antes de un «gran partido». Jesús elige a 12 y en su elección toma partido.
Jesús no elige un equipo de jugones. Así de claro. Su elección es consciente. Ni siquiera sabemos si es un equipo compensado. Realmente, desconocemos los criterios utilizados por el Maestro. Ni siquiera sabemos si había criterio alguno aunque cierto es que podía haber elegido a otros y no lo hizo. Eligió a 12 hombres concretos, con sus nombres, sus historias, sus profesiones, sus personalidades… El equipo de Jesús deja la puerta abierta a muchos. No es la técnica primorosa lo que prima en este equipo, ni su capacidad de vender camisetas…
Por otro lado, no es una decisión precipitada. Jesús se retira a orar antes de decidir. ¡Qué signo del Maestro! Yo ¿hago esto? Lo intento a veces… otras veces no. Jesús deja en manos de Dios esa elección. Por tanto, no es Él quien elige sino el Padre. Jesús se supedita a la voluntad del Padre y, en oración, la descubre y la ejecuta. Esto puede significar la victoria final…
Y por último, Jesús no va a permitir relajación en el equipo. Nada más comenzar la concentración, los pone a entrenar: encuentro con un buen número de discípulos, enfermos, pobres, poseídos… Nada saldrá que no se haga en los entrenamientos. Intensidad. Entrega. Comunidad. Esos doce no han sido seleccionados para lucirse. Hay sido seleccionados para el partido más importante de la historia y tienen que saber jugarlo, conocer a su rival y, sobre todo, seguir a pies juntillas lo que el «míster» ordena.
Mientras los diarios de hoy hablan de Ancelotti, de Martino, de Simeone, de Mourinho, de Guardiola… yo hablo de Jesús y alimento el deseo de ser convocado en la selección del Maestro. Tengo ganas de sudar la camiseta por Él.
Un abrazo fraterno
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