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A veces sólo quiero que me quieras (Lucas 10, 38-42)

Marta, Marta…

Lo mismo me dice a mí Jesús hoy, cuando elevo mi queja por todo lo que me cuesta «trabajar» para el Reino. Marta está trabajando por Jesús y para Jesús, no lo olvidemos. Ella, en su ansia por tenerlo todo a punto, no descansa afanada en que el Señor esté lo más a gusto posible. Pero se olvida de que lo tiene allí.

Esta lectura, tan conocida y trillada, a veces pasa sin pena ni gloria. Nos la ventilamos rapidito sin acabar de darle una vuelta más. Yo creo que yo lo hago porque es una lectura molesta para mí. PRODUCCION-FAMILIA-CRUCIFIJOS-ADORNAR-CONVENTO_LNCIMA20130331_0521_5

Intuyo en mi corazón que el Señor, contento y satisfecho con mi dedicación en la construcción del Reino, me pide muchas veces otras cosas. Jesús tal vez me pide que, estando muy bien lo de hacer, hacer y hacer…, a él también le gusta que le quieran, que le amen, que le mimen. Le gusta encontrarse a solas conmigo, contarme confidencias, apoyarse en mi hombro y ofrecer el suyo, compartir preocupaciones, descansar uno en el otro… Jesús me dice que está bien llevar grupos de fe, dedicarse a las familias del cole, trabajar incansablemente con la Fraternidad, evangelizar en la red… pero que Él también quiere encontrarse conmigo en la Eucaristía, en la Reconciliación, en la visita inesperada al Santísimo, en el rezo del Rosario y en tantas otras cosas.

No es más quién hace más cosas. Yo tampoco. Por muy majo que me crea, por muy entregado que me sienta, por muy cansado que esté. El diablo también me enreda en mi autocomplacencia, en mi humilde soberbia.

Un abrazo fraterno

Jesús, ideal para tu dieta (Mateo 14, 13-21)

Hoy es de esos días en los que la primera lectura y el Evangelio van tan íntimamente relacionados que es precioso hacer oración con ambas.

Me sorprenden las palabras que Moisés le dirige a Dios. Son palabras de un hombre extenuado, cansado, que soporta un peso tremendo y que, a veces, llega a su límite. Carga con un pueblo desagradecido y protestón, que parece que no es capaz de agradecer a Yahvé su salida de Egipto, su protección, su maná…  Moisés es también, como ya comenté en días previos, un hombre que habla cara a cara con Dios. Sin miedo. Sin tapujos, Con plena confianza. Quejándose cuando lo considera oportuno, pidiendo fuerzas, soluciones, salidas, perdón… Su actitud me hace reflexionar sobre mi manera de dirigirme al Padre, posiblemente no tan confiada, sí más respetuosa.cuerpodecristo

Israel está cansado del maná y pide carne y pescado. Israel quiere comer otra cosa. El maná ya no le sacia. El Evangelio da la solución. Jesús es el verdadero alimento, Jesús es el Pan que sacia, el Pan que colma, el Pan que se derrama y se reparte a manos llenas.

Yo, tan preocupado por mi alimentación y mi dieta… ¿tengo esto claro? ¿Tengo claro que Jesús es el alimento perfecto? Jesús no engorda. Jesús no sube el colesterol. Jesús no da hambre. Jesús no acumula grasa en las arterias. Jesús se puede repartir. Jesús llega para todos. Jesús es calma en mis días de ansiedad, es lujo para una cena especial, es amor para el que no tiene nada que llevarse a la boca. ¿Por qué como tantas cosas que no me sacian y frecuento tan poco el alimento que va directo a mi alma, a mi corazón, a todo mi ser?

Cuando incorporo a Jesús a mi dieta, y lo hago la base de mi pirámide alimenticia, la vida se convierte en un auténtico milagro.

Un abrazo fraterno

El deseo de la Magdalena (Juan 20, 1. 11-18)

Qué ansia la de María Magdalena por encontrar el cuerpo de su Señor. Qué precioso deseo, qué bonita intranquilidad la que le embargó aquella mañana. Ella sabía muy bien lo que buscaba: ella buscaba a su Maestro, aquel con el que se había encontrado tiempo atrás y que le había cambiado la vida. Su Maestro le había dejado algo que yo no se marcharía nunca: el deseo de estar junto a Él, siempre.

magdalenaLa Magdalena no es el personaje con el que más me identifico del Evangelio. Yo soy un pecador de los tapados: más del estilo del joven rico, del hermano mayor del hijo pródigo… de los que se creen «buenos» y que tienen tan difícil seguir a Jesús a veces. Nunca he sentido ni he experimentado un encuentro con el Señor que propiciara un cambio radical en mi vida. Mi camino ha sido otro. A veces lo he envidiado porque me gustaría «desear» al Señor de esa manera: a la manera de quién no lo ha tenido y, en un momento dado, lo ha descubierto.

Reconozco en la Magdalena un amor apasionado por Jesús. Enamorada del Maestro, le sale al encuentro, vivo o muerto, lo busca, lo reconoce, le escucha y cumple sus mandatos. No se plantea otra cosa. María Magdalena funciona desde el corazón y no se para a pensar ni un momento si tiene sentido o no todo eso que le acontece, qué dirán los discípulos ante su anuncio, qué riesgos corre…

Hoy, Señor, que comienza la Jornada Mundial de la Juventud, te pido por todos esos jóvenes. Su juventud corre a su favor, a favor del enamoramiento, a favor de la pasión, a favor del corazón, a favor de no medir riesgos, a favor de Ti.

Un abrazo fraterno

Jesús, el colchón que ha revolucionado el mercado (Mateo 11, 28-30)

Un buen descanso es fundamental. Ayer lo hablábamos en comunidad. A veces nos gastamos, nos gastamos, nos gastamos… Damos, damos, damos… Resistimos los golpes, las dificultades, las incomprensiones, los ataques… ¿Y el descanso? ¿Cuándo descansamos?

Sin descanso, morimos. Sin descanso, perdemos efectividad, energía, utilidad, capacidad, ilusión… Sin descanso, empezamos a ver más lo oscuro que lo claro.

368212704_295Jesús hoy se presenta como el mejor de los colchones del mercado. Jesús hoy se ofrece para que DESCANSEMOS EN ÉL. ¿Habéis probado la experiencia? A mi me cuesta. Yo soy un continuo generador de actividad. Y este es un punto pendiente. Pero a la par creo que he sabido, con los años, aprender a descansar en Jesús. Descanso en Él con mi rato de oración diaria, con mi lectura y meditación de la Palabra. Descanso en Él en el silencio de la noche, cuando me quedo solo y le hablo en lo profundo. Descanso en Él cada miércoles, compartiendo vida, fe y misión con mis hermanos y hermanas de comunidad. Descanso en Él en la Eucaristía, en el encuentro personal, en los sacramentos… Descanso en Él confiando en Él. Descanso en Él como descansan mis hijos, sabiendo que estando con papá y mamá nada malo puede pasarles.

Pero esta palabra tiene todavía otra vertiente: ¿SOY YO DESCANSO PARA LOS DEMÁS? ¿Me ofrezco a ello? ¿Les acojo? ¿Les escucho? ¿Les dedico tiempo? ¿Mi actitud les ayuda a relajar ls músculos espirituales? También estoy llamado a esto: a OFRECERME PARA QUE AQUELLOS QUE VAN CARGADOS, ANGUSTIADOS Y CANSADOS… DESCANSEN EN MI. Sin la primera parte, difícilmente…

Un abrazo fraterno

Quiero perder mi vida por TI (Mateo 10, 34-11,1)

Allá por el año 2000, mes de marzo, estaba yo de retiro en una casa de ejercicios espirituales frente a la playa de Bastiagueiro, en Coruña. Un lugar privilegiado al que fui a acompañar al grupo de jóvenes del que yo era su catequista de aquélla. Pero el Señor me sorprendió a mi, al que iba a acompañar, con un encuentro de gran calado. Días antes, la que había sido mi novia durante 5 años y medio, rompía conmigo sin muchas más razones que «se acabó». La vida había dado un giro y el Señor me salió al paso.2876631364_1b6bf64811

Esta canción de la Hermana Glenda que os pongo abajo fue una de las protagonistas de ese retiro. Fue palabra del Padre en aquel momento para tocarme el corazón. Hoy el Evangelio me repite y trae a mi corazón todo aquéllo. En aquel retiro me abrí a la posibilidad de ser religioso, de ser escolapio. Pensé que el Señor podía estarme pidiendo eso y yo me mostré totalmente abierto a coger ese sendero. Dije un sí a su voluntad, cualesquiera que ésta fuera. Luego la vida, la oración y mi discernimiento me llevaron por el camino del matrimonio, la paternidad, la vida laica en medio del mundo… pero Dios sabe que aquellos días puse mi «sí» encima de la mesa si eso era lo que Él quería. Sin miedo.

Seguir a Jesús exige perder. ¡Qué feo verbo! ¡Qué poco me gusta! Perder… perder la vida… Afrontar la lucha que seguir a Jesús trae a nuestra vida. Pasar por encima de padres y madres, de hermanos, de lugares nutricios que me vieron crecer, de personas concretas a las que quiero… Por encima, Él. Jesús trae la espada a la vida. A la mía, la sigue trayendo. Ser cristiano no es precisamente una actividad «antistress». La Iglesia no es un centro de ocio y descanso. Jesús sigue trayendo la espada a mi vida. Jesús sigue confrontándome y pidiéndome que cambie en verdad, que acabe de perder mi vida de una vez por todas. Jesús, el Cristo, viene a poner mi vida patas de arriba, a descolocarme, a hacerme sentir incómodo cuando yo me contento con mi mediocre y relajada versión evangélica…

Hoy me toca especialmente esta lectura. Ayer volví a pasar por el confesionario después de largo tiempo. Lo necesitaba. Ayer fue un día muy intenso. Ayer sentí a la Iglesia madre y a Dios, Padre. Señor, sigo dispuesto a perder la vida por ti. Ayúdame a encontrar las fuerzas para luchar contra las tentaciones, contra mis debilidades, contra mis incoherencias.

Un abrazo fraterno

Los miopes no ven a Dios (Marcos 10, 46-52)

Yo he sido miope, un gran miope, hasta que hace 4 o 5 años me operé con láser y pude dejar de llevar gafas. Lo recomiendo. ¿Por qué? Porque poder VER es maravilloso, así de claro. Ir a la playa y distinguir a mis hijos en la orilla o en el mar, jugar al fútbol por la noche y ver la pelota y distinguir a mis compañeros… Una maravilla, vamos…

centro-ocular-dr-rincon-miopiaMi experiencia como miope se puede resumir en un amanecer cualquiera de cualquier día. Es la experiencia de quién no es capaz de percibir la realidad con claridad, de quién ve borroso, de quién sólo distingue bultos, de quién necesita, lo primero, echar mano a la mesita de noche y agarrar las gafas. Sinceramente, se aprende a vivir con ello pero no es nada agradable. Uno es esclavo de las muletas artificiales para la visión. Unas gafas rotas, una lentilla perdida, en el lugar equivocado, en el peor momento, puede llegar a generar mucha angustia.

Poder ver, sin muletas, da libertad, seguridad, confianza. Poder ver hacer que el mundo y la vida sean más bonitos.

En la fe, también me pasa lo mismo. Soy un miope, ¡incluso ciego!, que no es capaz de ver con claridad y libertad hasta que dejo entrar a Jesús en mi vida y dejo que me opere con su láser de gran precisión, con ese amor tan efectivo en quirófano. A veces me sirvo de muletas que me ayudan a ir tirando: compañías adecuadas en un momento de dado, un retirillo por aquí, una misa por allí, un buen libro, un voluntariado que me llena… Todo eso está muy bien pero se va, desaparece, no arregla el problema de visión en sí mismo. Hay que ir más allá. Hay que ponerse en manos de Jesús y dejar que sus manos nos devuelvan a la vida. Las primeras horas queman, duelen, molestan… Pero los ojos van recuperando poco a poco su fuerza para mostrar, finalmente, una claridad insospechada. La vida ha cambiado.

Te animo a operarte, miope. Los miopes no logran ver a Dios. Van al bulto y nuestro Dios es un Dios del detalle. ¡A por ello!

Un abrazo fraterno

Ni SEUR ni TNT… CRISTO… enviando personas a todos los rincones del mundo (Marcos 6, 7-13)

El Maestro nos envía. En comunidad. No como francotiradores cada uno con su verdad. En comunidad, con Él mismo en medio. Nos envía a sanar, a ungir, a predicar… nos envía para ser Él hasta el último confín de la Tierra. Es un envío urgente. Y requiere de material ligero y consistente. No podemos ser paquetitos frágiles ni de difícil apertura.

Con sencillez, con autenticidad y con autoridad.

Con la tremenda misión de ser los portadores del mismo Jesús allá donde vayamos.

Un abrazo fraterno

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Autoridad… ¿sobre mi? (Marcos 1, 21-28)

Autoridad-Auctoritas-Cesar-augustoJesús ejerce su autoridad sin miedo, sin complejos, sin necesidad de saberse con el mando. Simplemente lo tiene.

¿Quién ejerce la autoridad en mi vida? ¿A quién le concedo autoridad sobre mi? Yo, como aquellos que escuchaban a Jesús, no soy de fácil conceder porque hay quienes se creen con el poder y el mando, a quienes no confiero ninguna autoridad sobre mi vida más allá de la que le otorga un cargo, una ley… Pero hay otras personas que, sin ser nada, reciben mi reconocimiento como autoridad en mi vida. Y pienso en qué deben tener…

a) Debo saberme querido y amado por ellos

b) Su vida debe ser consecuente, honesta, digna, valiosa

c) Con el espíritu cultivado, duchas en el silencio, cercanas a Dios, instrumentos del Espíritu…

Y por encima de todos ellos, Cristo. Nada hay más allá. Mi vida no la pongo en manos de cualquiera

Un abrazo fraterno

Pescador de hombres (Marcos 1, 14-20)

Me encanta y me da subidón la clásica canción versionada por el Padre Jony.

Dejar, dejar, dejar en lo que uno está y seguir a Jesús. En otros mares, para otra tarea, detrás de un nuevo Señor…

Saciado (Marcos 6, 34-44)

Retomo mi actividad bloguera tras estos días de fiesta, intensidad, ilusión y, también,  mucho cansancio. La vida familiar en estas fechas es muy rica en momentos pero, a la par, agotadora. Ya volvemos a la «normalidad» y me encuentro con estas lecturas de hoy, preciosas para retomar el día a día.pan, vino y aceite

Leo el Evangelio y me pongo en el lugar de todas esas personas con las que Jesús quiso sentarse a enseñarles, a hablarles. Yo soy uno de esos. De esos que siguen al Maestro con sus miserias, sus agobios, sus problemas, sus ansias de liberación y de amor. Necesito sentarme y escucharle. Mirarle. Sentirlo cerca. El Señor, que me ve, sabe que lo necesito.

Y Jesús no deja indiferentes a esa personas, no lo hace conmigo. Cuando yo le busco, lo encuentro, lo escucho, lo miro, lo quiero… Jesús siempre me deja saciado. Transforma mi hambre y mi sed y me da más, obra el milagro en mi vida y colma mis necesidades, mis ansias.

Es una buena manera de empezar el año. Una buena manera de recordar dónde está el centro. Lo demás, no es tan importante.

Un abrazo fraterno