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Condición de esclavo (Fl 2, 5-11)

Cuando uno se convierte en esclavo deja de disponer de sí mismo libremente. Hay algo o alguien por encima de él que le «gobierna».  Y en esto radica el misterio de la libertad: DIOS NOS LLAMA A SER LIBRES HACIÉNDONOS ESCLAVOS. Tiene memoles el asunto. No voy a ser yo quién intente explicarlo porque bastante tengo con creérmelo y con vivirlo.

La libertad sólo es auténtica cuando se gasta, cuando se entrega. Sólo es libre quien conscientemente deja de serlo. Lo de esclavo suena fuerte, muy fuerte. Pero es esa palabra y no otra la elegida.

Un abrazo fraterno

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Vende lo que tienes (Mt 19, 16-22)

Hoy estoy cansado. Y la oración se resiente. No somos máquinas ni en el ámbito espiritual. Lo que ocurre en el cuerpo no sólo afecta a la mente sino también al espíritu. Cuando vi que el Evangelio del día era el del joven rico me dije a mi mismo: «¡Uf! No doy yo tanto para hoy…» El joven rico era demasiado para un día como el que está terminando. Pero al final he conseguido sacarle alguna puntilla y escuchar un poquito… Y aunque alguien que vive en una clase media acomodada, en un país occidental, sin demasiadas dificultades, etc. no puede decir que este Evangelio no sea un acicate en su vida… hoy estoy contento porque sí descubro mi familia como un lugar en el que nos preocupamos de vivir la vida desde Dios, desde nuestros valores cristianos, desde nuestro ansia de ser y vivir al estilo de Jesús. Muchas veces hemos aparcado determinadas seguridades y hemos apostado por decisiones claves pero poco comunes en los tiempos que corren. La manera en la que vivimos nuestras carreras profesionales, la manera de educar y relacionarnos con nuestros hijos, el hecho de vivir la fe en una comunidad, etc. hacen que piense que estamos en camino, que luchamos por ser cada día más verdaderos y más libres. Y esto, en un día cansado como hoy, me llena de alegría.

Un abrazo fraterno

… y se fue triste (Mc 10, 17-27)

Recuerdo una frase que, al escucharla en una tertulia radiofónica, me impactó por su claridad. Estábamos en España en pleno acercamiento del gobierno Zapatero a ETA para sondear las posibilidades de fin del terrorismo vasco. Y recuerdo la crítica de un tertuliano al ansia de paz del presidente: «No es paz lo que queremos SINO LIBERTAD. La paz sin libertad no es nada.» Tremendamente contundente y clarividente.

El Evangelio de hoy es uno de los que más me sobrecogen. Soy capaz de sentir esa tristeza del joven rico al descubrirse falto de libertad. Es un tristeza árida y expansiva de aquel que quiere ser, que quiere hacer… pero que no es capaz de dejar aquello que se lo impide. ¡Qué horror! Siempre he intentado vivir desapegado porque me horroriza tenerme que dar la vuelta y marcharme triste, de ese modo. Alguna vez lo he experimentado y, seguro, que si me pongo a hacer conscientes todas mis esclavitudes… este sentimiento se agrandará por momentos.

Libertad. Ese es el sueño.

Un abrazo fraterno

Se acerca vuestra liberación (Lc 21, 20-28)

¿Puede llegar la liberación antes de haber tocado fondo? Lo que hoy escucho en el Evangelio me responde que no. No sé si mi interpretación y lo que escucho de la Palabra de hoy tiene mucho que ver con esto que digo pero es lo que me ha venido nada más terminarlo.

Esta conclusión no la he descubierto hoy. Va a hacer dos años ya de la pascua que celebramos la comunidad junta en Cercedilla. Recuerdo trabajar un material para proponernos una profundización y reflexión en esos días santos y recuerdo uno de los descubrimientos más impactantes a nivel de fe personal. fondo.jpgLa muerte de Jesús es una muerte REAL. Cero. El vacío. El fondo. El no ser. El dejar de ser. El silencio de Dios. El sufrimiento previo. Sólo ahí es posible la Resurrección. Esto, que parece tan obvio y claro, he descubierto que es algo que solemos manipular con frecuencia y solemos quedarnos en «medias muertes» o en alguna crisis o en un mal momento o en una época difícil… ¡y luego pretendemos resucitar! Sólo es libre quien se encuentra con Jesús resucitado, quién siente y experimenta esa resurreción. Y para eso hay que morir. No me gusta demasiado aunque mi cabeza lo entienda perfectamente…

A nivel de Iglesia aplico el mismo razonamiento. Creo que esta época de persecución, de laicismo, de olvido de Dios, de crisis de la institución, de pérdida de confianza hacia la jerarquía, etc… es una época que puede ser clave para que una Iglesia purificada, más libre y verdadera, nazca de nuevo. Hay cosas que deber tocar fondo… (mejor no hacer anuncios publicitarios para evitarlo).

Un abrazo fraterno

… en el estómago sentirás ardor (Ap 10, 8-11)

mercaderes.jpgPara un cerebral eso de sentir ardor en el estómago le suena a una mala digestión y punto. Me es tremendamente difícil llegar a sentir lo que está expresión visualiza de manera tan clara. Pero estoy seguro que es lo que Jesús sintió cuando decidió echar a los mercaderes del templo al comprobar y sentir que lo habían convertido en una cueva de ladrones.

Reacciones de ese tipo son contadas en mi vida. No funciono desde ahí. No sé si me gustaría. Pero evidentemente considero que el mundo y la Iglesia necesita de personas que sepan responder ante ese sentimiento tan profundo y ardiente. Sin ellos estaríamos perdidos. No siempre se puede pensar. No siempre se puede calcular. No siempre se puede matizar o dialogar o hacerse entender. A veces hay que responder en caliente, sí, sí… en caliente.

La primera lectura de hoy, de apocalipsis, me dice: «Tienes que profetizar todavía contra muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.» Todavía hay mucho por hacer. Todavía hay muchos a los que llegar. Todavía hay mucho que cambiar y denunciar. Echar a los mercaderes implica poner el templo patas arriba, generar mal ambiente dentro de la propia Iglesia, distanciarse de lo oficial en ocasiones, ser capaz de luchar por la verdad y por la libertad. No es fácil. Trae enemigos. Pero la pregunta es ¿es de Dios? ¿Desde Dios? ¿Para Dios? Sí la respuesta es sí… no me queda más que ponerme del lado de mi Señor…

Un abrazo fraterno

Viviremos según la alianza (1Mc 2, 15-29)

Aunque todos decidan obedecer al Rey… yo, mis hijos y mi familia viviremos según la alianza. ¡Qué valor lo de Matatías! ¡Y qué poco han cambiado las cosas en algunos aspectos! Hoy se nos vuelve a tratar como borregos, se anula la individualidad y el pensamiento libre, se imponen costumbres y modas globalizadorasy se nos dicta aquello en lo que debemos y no debemos creer. Y, aunque disto mucho de la valentía de Matatías, sí puedo asegurar que estoy viviendo un momento de especial fuerza en lo que se refiere a vivir desde el Espíritu, con Dios en medio y para Él. Estoy seguro que son efectos de la vivencia comunitaria. Difícil de explicar. Pero lo que siento es que cada día me siento más libre (aunque diste mucho de la LIBERTAD), cada día me siento más hijo y cada día siento que quiero vivir según la alianza de Dios conmigo, de Dios con mi familia y de Dios con Betania.

Un fuerte abrazo

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Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud… (Rm 8, 12-17)

A veces siento que soy como ese jefe de la sinagoga del Evangelio. A veces me siento esclavo de esa actitud tan mía de poner pegas a todo, de estar continuamente buscando problemas a lo que los demás hacen con toda su buena intención y que, posiblemente, hacen bien. Me repito una y otra que no quiero ser así, que la prósima vez será diferente pero cuando llega el momento algo puede más que mi deseo y me lanzo una vez más a destruir. Suena un poco fuerte e igual no lo es tanto pero quien lo sufré debe estar cansado de recibir mis continuas correcciones, comentarios y reproches.

Estoy llamado a ser HIJO y no esclavo. Estoy llamado a la libertad y no a las cadenas. En esto todavía soy un esclavo. En otras cosas, en cambio, siento que he avanzado enormemente en ese «sentirme hijo». Mi relación con el padre ha madurado y ha ido dejando de ser una relación vertical, jerárquica, temerosa y disciplinada para ser una relación horizontal, de confianza, de conocimiento mutuo, alegre y espontánea. De eso estoy contento.

 Un abrazo fraterno

Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá (Lc 12, 39-48)

esclavo.gifEs de justicia no tratar a todos igual. Dios es misericordioso y ¡justo! No puede tratarnos a todos igual. No nos exige a todos lo mismo.

 Ésto que es para muchos una gran excusa para siempre echar balones fuera y condenar a aquellos que según ellos están por encima, para mi es una tremenda interpelación. No me considero mejor que nadie, ni más que nadie, ni más seguidor que nadie. Pero sí soy consciente de los dones recibidos. Soy consciente del uso que les doy. Soy consciente de que mucho se me ha dado: desde una familia, estudios, dinero y medios suficientes, posibilidades de crecimiento personal, el don de la confianza, el de la fortaleza, el de la alegría, el de la fidelidad, una mente cualificada, un cuerpo completo, una conciencia trabajada…

San Pablo dice en la primera lectura que quien se entrega a Dios de verdad y se libera… pasa a ser ESCLAVO de la justicia. ¡Qué fuerte! Toda la vida luchando por ser libre para acabar siendo esclavo… ¡Pero qué brutal! No sé muy bien cómo expresarlo pero siento qué significa. Me queda por llegar ahí. Pero voy creciendo en ello. Porque hay pasos que ya no tienen marcha atrás, ni pueden tenerla.

 Un abrazo fraterno