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Déjanos en paz (Ex 14, 5-18)

Retomo este blog después de haber hecho un necesario paréntesis para poder llegar a otras muchas cosas. Ciertamente me da pena pero a veces uno no da para mucho más. Pero tras dos semanas de vacaciones vuelvo con ganas de seguir manteniendo mi comentario de la Palabra al día.

Hoy he tenido una experiencia que, sin duda, va muy acorde con la brutal exclamación del pueblo judío al verse perseguido por los egipcios.

En realidad, en ´mi día a día, estoy lleno de mediocridades y aunque en muchos momentos soy guerrero valeroso e incluso dejo que el Señor luche por mi, en otros me da ciertamente rabia tener detrás la voz de Jesús recordándome el camino. Es esa voz pesada e irritante del GPS que te marca la ruta cuando tú, realmente, quieres probar otras cosas.

La luz y la oscuridad no están tan alejadas y conviven en mi. El mayor problema de la luz es creerse muy alejada de las tinieblas y superior en fuerza. Hay que vivir luchando, corriendo, sintiendo el aliento de los que nos acosan y dejándose guiar por Dios mismo aunque su acción nos irrite a veces.

Un abrazo fraterno

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… se me alegra el corazón (Sal 15)

Me da mucha pena haber tenido este blog tan abandonado tanto tiempo pero no puedo perder ni un segundo en lamentaciones de algo que tampoco es tan importante. Me he dedicado a la vida y sus quehaceres y hay veces que no se puede todo.

Estamos en Pascua. Cristo vive. Y el salmo pone palabras en mi boca que hago mías. Porque el corazón se me alegra también como al salmista. Se me alegra al ver que Jesús me sigue saliendo al encuentro y me sigue encomendando la misión de anunciar que está vivo, que el miedo es menos poderoso que la alegría de la Resurrección.

Ha sido una Pascua especial ésta. La he disfrutado en Cercedilla, con Esther y los niños, con la comunidad en pleno, con muchos jóvenes bien conocidos, con personas queridas que hacía tiempo que no veía, con nuevos amigos y hermanos en el Señor, con escolapios, con calasancias… Fue una Pascua en la que hubo de todo y en la que. día a día, nos fuimos adentrando en los misterios que año tras año la Iglesia nos anima a revisar y a revivir. Estoy muy contento, sobre todo, de haberla celebrado en familia y con mi comunidad. Como los antiguos.

Ojalá la luz de Cristo prenda fuerte de nuevo en mis entrañas. Luz para el mundo.

Un abrazo fraterno

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El firmamento pregona la obra de sus manos (Sal 18)

Este pasado fin de semana lo pasé en Torremenga, Cáceres; en una casita rural encantadora. Y tuve el placer inmenso de admirar algo que se nos ha robado: el cielo y las estrellas. No es nada fácil poder disfrutar de la oscuridad suficiente para observar cada punto de luz, cada figura celeste, cada beso luminoso del Padre. Ver un cielo estrellado es encontrarse cara a cara con Dios, tan detallista Él, tan en las pequeñas cosas.

Y si además todo esto se hace junto a quien más quieres, mejor.

Un abrazo fraterno

Portaos como hijos de la luz (Ef 4,32 – 5,8)

Hacía ya varios días que no me sentaba delente del PC a masticar mi oración un poquito y poner por escrito lo sugerido por la Palabra. Mis hermanos de comunidad ya saben que cuando no hay blog es que no ha habido oración. Estas semanas me dejé vencer por el cansancio de unas semanas agotadoras de trabajo y llenas de cosas que hacer en casa. Como diría Carlos Herrera… «é lo que é».

Qué hermosa es la expresión de «hijos de la luz». Es nuestra denominación de origen. Pero ¿cómo se porta un hijo de la luz? Y aquí me descubro algo manipulador y manipulado sin ninguna mala intención pero… Tal vez por la educación religiosa recibida, por el tiempo que me ha tocado vivir y por lo que a veces se respira en nuestra Iglesia… he ido configurando la sensación de que «portarse como hijo de la luz» es ser buenecito, bondadoso y no hacer muchísimas cosas. Uno tiene a veces la impresión de que la idea de ser cristiano y buen hijo de Dios que ha calado más (tal vez por ser la más cómoda y fácil) es la de alguien que NO hace muchas cosas: no mata, no roba, no insulta, no hace daño, no viola normas ni mandamientos, no mantiene relaciones sexuales fuera del matrimonio, no bebe en demasía, no despilfarra su dinero, no es gay, no… no… no… Y el Evangelio de hoy, en el que Jesús cura a una encorvada insignificante en sábado, es una llamada de atención brutal: PORTARSE COMO HIJO DE LA LUZ ES PENSAR Y VIVIR COMO SUJETO ACTIVO. No es «no hacer el mal» sino que es «hacer el bien a mansalva». Es tomar la iniciativa, es ver lo que otros no ven, fijarse en quienes otros no se fijan, curar, sanar y enfrentarse a lo establecido. Es apostar por las personas y no por las normas. Es jugársela y buscarse enemigos. Es ser incómodo.

Cuando uno piensa en lo que no hay que hacer se nos ocurren muchísimas cosas concretas. Cuando uno habla de hacer el bien todo son palabras grandilocuentes: amar, ser generoso, compasivo… ¿Eso qué é lo qué? Concretemos nuestro bien. Seamos luz.

Un abrazo fraterno

… prefirieron la tiniebla a la luz (Jn 3, 16-21)

tinieblas.jpgEsta semana he «gozado» de una experiencia médica que ilustra bastante bien aquello que me sugiere la Palabra de hoy. Tuve que ir al dentista porque me dolía mucho parte de la encía superior. Notaba yo que tenía como un bulto doloroso que ha resultado ser una infección que se ha creado debido al contacto de una de las fundas incisivas con la propia encía. El dentista lo tuvo claro: endodoncia del incisivo. Pero no me contó sólo el diagnóstico sino que me explicó detalladamente aquello que me iba a hacer: taladrar la funda por la parte trasera, acceder al nervio, matar el nervio (todo esto puede que sin anestesia), luego drenará el pus, habrá que tapar el agujero y, por último, fabricar unas fundas nuevas que ya me ha presupuestado.

La sensación de no querer saber inundó mi ser. Que el dentista hubiera dado luz a todo el proceso me había infundido miedo y, con seguridad, hubiera preferido en aquel momento: primero, no haber ido al dentista ya que no me dolía tanto; segundo, no haber sabido lo que tenía y, tercero, no conocer los pasos que se iban a seguir. Hubiera preferido las tinieblas a la luz. Hubiera minimizado mi dolor. Hubiera relativizado la importancia. Hubiera preferido pagar las consecuencias más tarde y aguantar así todo lo que pudiera…

Lo mismo pasa con la vida muchas veces…

Aún no se ha manifestado lo que seremos… (1Jn 2,29 – 3,6)

«Cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él…»

Es más: cuando en mi vida dejo que Él se manifieste, soy semejante a Él y cuando no lo hago… no me gusto. Yo creo que Él se manifiesta cuando yo funciono desde mis dones, desde lo mejor de mi, desde mi diamante más profundo. Él se manifiesta cuando salgo a luchar con las armas que me fueron concedidas y con las que se me encomienda luchar.
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Aún no estoy acabado. Nunca lo estaré. Siempre pecaré y me enredaré y me dejaré llevar por lo peor de mi. Siempre habrá caídas. Pero poco a poco, día a día, tiene que ir a más la Presencia, tiene que ir a más la Luz, tiene que ir a más la Belleza y la Bondad. Tal vez sea ese el momento en el que descubra realmente para qué estoy en el mundo. Uno todavía tiene la sensación de que el proyecto de Dios todavía no ha hecho más que empezar por más de que sigamos queriendo decidir la vida a los 20-30 años… Aún  no se ha manifestado lo que seré…

Un abrazo fraterno

Vengo a habitar en ti (Zc 2, 14-17)

¿No queda claro dónde nace Dios mismo? ¿No queda claro cuál es el templo del Señor? ¿No queda claro cuál es uno de los sitios privilegiados donde encontrarlo?

 El Señor habita en mi. Yo soy pesebre, templo y residencia de invierno y de verano. Yo soy lámpara de su luz. Yo soy muestra de su gloria. Yo soy resultado de su Amor.

Señor, ¡habita en mi!

Un abrazo fraterno

Nada hay escondido… (Lc 12, 1-7)

sombra.jpgCreo que hay mucho escondido todavía. Demasiado oscuro algún rincón. Tu Palabra hoy me da esperanza y, a la vez, me genera inquietud. Al final todo rincón será iluminado. La luz vencerá a la tiniebla. Me da un poco de repelús… Es tan oscuro…

«No tengáis miedo», «no tengáis miedo», «no tengáis miedo»… Me lo repito como un mantra…

Un abrazo fraterno

Luz (Lc 8, 16-18)

Mi oración de hoy ha estado centrada y concentrada en la vela protegida que ilumina la oración comunitaria de los lunes. No me canso de mirarla. Me acaricia y yo me dejo. La vela es grande, de las de pie ancho. La mecha prende bien. Color alilado. Lo más significativo es que la vela está dentro de un cilindro marrón de cristal con aroma árabe. El material del cilindro es suficientemente transparente para que el resultado del conjunto sea una sensual luz llena de fe y vida. La llama no se ve, se percibe. No se muestra orgullosa sino que se presenta cuidadosa, sin llamar la atención. Uno la sabe presente. la luz brota del interior, ilumina de dentro hacia afuera. Es dentro donde prende. Es fuera donde produce. La llama se mueve debido a las corrientes generadas. No es inmune a sus circunstancias pero su plasticidad le permite mantenerse en pie.

Es la luz de la comunidad para el mundo. Es la luz de mi mismo, en comunidad, para el mundo. Hoy el Evangelio me recuerda que soy candelero, no tanto por ser cristiano sino por ser persona. Todos podemos encendernos. Muchos no saben, muchos no pueden, muchos no quieren. Yo quiero ser como esa vela que contemplo.

Un abrazo fraterno