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Roma III – Una casa de puertas abiertas

El viaje a Roma fue posible, fundamentalmente, por la generosidad y la hospitalidad de la Casa General de los Marianistas, a través de Dani Pajuelo (@smdani). Nosotros no podríamos haber viajado a Roma en el supuesto de tener que pernoctar en un hotal. Así son las cosas: ganas, muchas; dinero, poco.

Recuerdo aquella noche en la que vino Dani a cenar a casa, en Madrid, y medio en broma, medio en serio le comenté la posibilidad de alojarnos en la Casa General que los Marianistas tienen en Roma. Dejó la puerta abierta y semanas después nos confirmó que todo ok. Vía libre.

Fue una experiencia hermosa de «estar en familia». Nunca nos sentimos extraños sino más bien lo contrario. Hicimos por tomar parte de la vida comunitaria todo lo que pudimos y compartimos desayunos y alguna comida. Compartimos sobremesa, conversación y charla y nos supimos queridos, acogidos y cuidados. Parece fácil y suena fácil pero detrás hay una concepción arriesgada, una apuesta audaz por ambas partes.

Abrir las puertas de tu casa es una actitud vital. Da igual que tu casa sea un pisito, un loft, un chalet o toda una Casa General; que vivas solo o acompañado. Al final, el sustento que hay detrás es el mismo. Es ser capaz de dejar entrar, ser capaz de vivir sin tantas seguridades, de mostrarte y dejarte descubrir en tu cotidianeidad.

Ser acogido con naturalidad, pedir refugio o techo, saberse en casa sin más… también es una actitud vital. Ser capaz de pedir porque sabes que es a tu hermano a quien pides y que no hay nada malo en pedir como tampoco lo hay en la necesidad de no siempre conceder. No vivir «en deuda» sino agradecidos en lo profundo… No sé si me explico…

Y eclesialmente es una experiencia fuerte. Es reconocer a la Iglesia en su conjunto como hogar, como familia, como comunidad, como madre… y sentir que allí donde la Iglesia se hace presente, allí tiene uno su casa. ¿Bonito no?

Un abrazo fraterno

A vino nuevo, odres nuevos (Mc 2, 18-22)

Esta es una de las primeras citas que uno lee cuando entra a los foros del Ágora Marianista, uno de los mejores portales católicos de la red de redes. Hoy quiero dar gracias en mi oración por ellos.

Para alguien que toda su vida ha estado rodeado, trabajando y compartiendo misión con los escolapios, como yo, ha sido agua fresca meter la cabeza en otro hogar y olisquear el olor que produce otra leña en el mismo fuego de Cristo. Llegué a los foros buscando algo y encontré otra cosa. Encontré, ante todo, personas. Si internet no es capaz de trascender lo virtual vale para poco. Y eso está en la mano de los navegantes, no de la tecnología: ésta tiende el puente, uno decide cruzarlo. Yo decidí hacerlo y descubrí seguidores de Jesús y hermanos en la fe. Personas distintas y únicas y, a la vez, muy parecidas a mi, a mi comunidad, a lo que conocía.

Hoy mi oración es una profunda acción de gracias. Gracias por seguir creyendo en las personas. Gracias por seguir apostando por los encuentros, por lo desconocido, por lo arriesgado. Gracias por seguir buscando y encontrando. Gracias por el progreso y sus buenos frutos. Gracias por cada uno de los que Ágora ha traído también a mi vida. Gracias por los escolapios, por los marianistas y por todos aquellos que han decidido apostar por un seguimiento radical a Cristo. Gracias por las pequeñeces, por las imágenes, por las canciones, por los debates, por las dudas, por el enriquecimiento mutuo…

Un abrazo fraterno

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