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Tengo fe, pero dudo (Mc 9, 14-29)

Esta afirmación del padre del niño epiléptico del Evangelio de hoy creo que refleja una actitud, una realidad… que sigue estando presente en muchos de los creyentes que conozco, incluido yo mismo. Es tan sincera, tan franca, tan honesta… que me encanta.

A veces da la sensación de que la duda es algo negativo. Alguien que duda parece alguien no seguro de sí mismo, incapaz de tomar la vida en sus manos y de dirigir su camino tomando las decisiones adecuadas. Tal vez el problema no esté en la duda sino en la actitud que se toma frente a ella. La duda puede ser sana o insana, puede dar un empujón hacia adelate o clavarte los pies en el suelo, puede ser generadora de preguntas e inquietudes o puede adormecer toda lucidez.

Las situaciones de mi vida que recuerdo con dudas, incluidas las presentes, traen una buena dosis de miedo detrás. Tampoco es malo. Lo malo es dejarse inmovilizar. Y creo que es el miedo el que inmoviliza, no la duda en sí. Muchas veces he dudado de las decisiones tomadas, de las posibilidades a elegir, de elegir una oferta de trabajo, de dejar Coruña y venir a Madrid, de descubrir lo que Dios me pedía… y aquí sigo… con fe y con dudas.

Un abrazo fraterno

Bendito el Señor, mi roca (Sal 143)

roca1.jpgEs una de las imágenes de Dios que más me gusta, una de las denominaciones preferidas, de las metáforas que degusto con más placer: mi roca.

En Dios me hago fuerte. Lo digo porque soy débil solo. Me descubrí débil hace tiempo y creo que fue una de las cosas que más cambió mi vida, mi fe, mi yo. Saber que soy débil ha hecho afianzar en mi la seguridad de que sólo en Dios me hago fuerte. Sólo cuando dirijo hacia Él mi mirada, cuando me pongo en sus manos, cuando me dejo acoger bajo sus manos en la cruz… sólo ahí soy fuerte. ¡Bendito Tú, Señor, mi roca!

Los vientos de la vida son fuertes. Tal vez me erosionan y me reconfiguran pero no pueden conmigo. La roca hecha de amor de Dios pesa demasiado. Cada vez más. Cuando llegan los miedos, las dudas… cuando se reabren las heridas… la roca permanece, sobria, sencilla, desgastada pero firme.

¡Bendito el Señor, mi roca!

Un abrazo fraterno 

No hay temor en el amor (1Jn 4, 11-18)

Una de las bases del amor es la confianza. Quién confía, no teme. Quién ama, no teme.

Estos últimos días llegaron a mi poder unos mp3 de momentos radiofónicos en los que, tras ponerse en contacto una novia con los responsables del programa, una de las chicas del programa llamaba al novio haciéndose pasar por una interesada en él. El objetivo es «poner a prueba» la fidelidad del novio en cuestión. El que ama no pone a prueba. Es tremendo pensar en parejas que funcionan con esas dinámicas… Funcionan desde el miedo: miedo al compromiso, miedo a la ruptura, miedo a la infidelidad, miedo a la convivencia, miedo al futuro, miedo al amor, miedo a…

El amor de Dios tampoco se debe poner a prueba. Yo intento no hacerlo aunque la barca se mueva y el temporal azote. Sé que Él está aunque a veces me parezca un fantasma y sólo intuya su sombra de niebla. Intento no ponerlo a prueba en mis oraciones, en mis deseos… Él me ama. Ama al mundo. «No temáis, soy yo»… Para alguien con tantos miedos como yo, la Palabra de hoy es perfecta…

Un abrazo fraterno

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¿Quién eres? (Jn 1, 19-28)

«Esto sucedía en Betania…»

 Ciertamente sigue sucediendo en Betania, mi comunidad. Tal vez sea una de las más importantes preguntas que la comunidad ha suscitado en mi. Tal vez sea uno de los interrogantes claves en mi caminar hacia Cristo, hacia la mejor construcción del Reino y hacia mi mayor felicidad. Es, con seguridad, uno de los más importantes tesoros de este pasado 2007 y de alguno ya de los meses que lo precedieron.

¿Quién soy? «Yo soy la voz que grita en el desierto: allanad el camino del Señor» responde Juan Bautista a la multitud que le interpelaba. ¡Qué manera tan brutal de definirse! Yo soy incapaz de responder a esa pregunta de una manera tan breve. La brevedad no es uno de mis dones. Necesito hablarlo, escupirlo, decirlo mientras lo pienso y lo rumío, dar sonido a todo lo que entra sale de mi mente y de mi corazón por inconexo que parezca…
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Yo soy un hijo de Dios, creado a su imagen y semejanza al que le han sido concedidos varios dones de incalculable valor y responsabilidad y que continúa descubriéndose y recreándose continuamente. Soy miedoso y aparento más autoestima de la que tengo en realidad. Apasionado de la música, soy capaz de volar entre las notas hacia los lugares más hermosos del planeta y verme haciendo mucho de lo que me hubiera gustado hacer. Abierto al mundo y a los demás, afable y de conversación variada. Soy amante y amado, hermano y amigo. De mal reconocida vulnerabilidad, disfrutador nato. Cristiano laico y nuevo en el arte de disfrutar lo pequeño. Alegre y fiel. Un débil con fortaleza. Una voz cascada que anima a vivir.

Qué largo. Ya lo avisé. Imposible en una frase profética… También soy esto… ¡Feliz 2008!

Un abrazo fraterno y disculpas por la ausencia. Mucho trabajo. Mucho que hacer en casa con la familia.

Nada hay escondido… (Lc 12, 1-7)

sombra.jpgCreo que hay mucho escondido todavía. Demasiado oscuro algún rincón. Tu Palabra hoy me da esperanza y, a la vez, me genera inquietud. Al final todo rincón será iluminado. La luz vencerá a la tiniebla. Me da un poco de repelús… Es tan oscuro…

«No tengáis miedo», «no tengáis miedo», «no tengáis miedo»… Me lo repito como un mantra…

Un abrazo fraterno

Todavía no es tiempo de reconstruir el templo (Ag 1, 1-8)

¡Siempre con excusas! Todavía no, es que, lo que pasa es, pero, verás, tampoco es del todo así, no hay que ser tan extremista… Siempre dilatando lo importante, lo que Dios nos puede estar pidiendo: construir su templo para mostrar su gloria.

Igual que el pueblo de Israel entonces, yo a veces no acabo de subir al monte con maderos para construirme como templo del Padre. Siempre hay algo. A veces me falla la voluntad, a veces la motivación, a veces me fallo a mi mismo, a veces la determinación y otras el miedo. Siempre hay algo que me lleva a seguir viviendo «en mi casa revestida de madera». Como me decía un hermano de comunidad el lunes pasado: «hay que discernir, ver qué quieres y luego ser ambicioso, apostar alto». A veces me siento un mediocre. Siempre a la mitad. No siempre pero sí muchas veces y en muchas cosas.

Tomo nota Padre. ¡Ya es tiempo de reconstruir el templo!

Un abrazo fraterno

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