No me pierdo este festín por nada del mundo (Isaías 25,6-10a)
Ýa lo dijo Isaías… Y luego vino Jesús y dio de comer a todos los que habían ido aquel día a aquel monte.
Fíjaos en los términos de Isaías: festín, manjares suculentos, vinos de solera, enjundiosos, generosos… ¡Éste es nuestro Dios! El que nos sacia, en el enjuga nuestras lágrimas, el que nos prepara un banquete inigualable… el que convierte nuestra vida en una fiesta cuando nos decidimos a ponerla a sus pies, bajo su manto…
¿Quién no quiere esto? ¡Yo no me lo pierdo por nada del mundo! ¡A ésto soy llamado! ¡A ésto soy convocado! ¡A ésto soy invitado! La escena es brutal… Mi Dios preparando un gran banquete para mi, para ti, para todos… ¡Es brutal!
Yo voy a ducharme, a arreglarme, a perfumarme y a ir saliendo. No quiero faltar.
Un abrazo fraterno