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Evangelio para jóvenes – #Cuaresma2024 – Viernes después de Ceniza

Este es el ayuno que yo quiero:
soltar las cadenas injustas,
desatar las correas del yugo,
liberar a los oprimidos,
quebrar todos los yugos,
partir tu pan con el hambriento,
hospedar a los pobres sin techo,
cubrir a quien ves desnudo
y no desentenderte de los tuyos.
Entonces surgirá tu luz como la aurora,
enseguida se curarán tus heridas,
ante ti marchará la justicia,
detrás de ti la gloria del Señor.
Entonces clamarás al Señor y te responderá;
pedirás ayuda y te dirá: “Aquí estoy”».
Is 58, 1-9a

En este fragmento de Isaías se ponen de manifiesto los tres pilares de la Cuaresma: ayuno, limosna y oración. Vamos a decirlo de otra manera: tú, tu prójimo y Dios. Este «triángulo mágico» es el secreto de la vida, es el camino al cielo, es la llave de la felicidad, del Reino. No es posible prescindir de ningún vértice.

«No te desentiendas de los tuyos» te dice hoy el Señor, y «surgirá tu luz como la aurora, se curarán tus heridas» y, entonces el Señor te dirá «aquí estoy». ¿No te das cuenta? Quita tiempo a lo que te oprime y te quita libertad, a lo que te esclaviza y no te satisface, a lo que te genera dependencia. Quita tiempo a las redes, al móvil, a las relaciones tóxicas, a la necesidad de fiesta para olvidar tu sufrimiento. Ponte a servir: ¿tiempo de volver a la iglesia? ¿Es momento para un voluntariado? ¿Un rato más de oración? ¿Más lectura, ejercicio físico, sueño de calidad? ¿Más tiempo con los amigos de verdad, con la familia? Dale una vuelta.

No enseñaba como los letrados… (Mc 1, 21-28)

… sino con autoridad».

 Desde luego entiendo que la autoridad de la que habla el Evangelio es algo especial pues la pone como contrapunto a los letrados del momento. Si los letrados eran los que sabían leer y escribir, los conocedores de las normas, de los preceptos, de la Escritura… los sabios y doctos… ¿De qué autoridad estará hablando el Evangelio para contraponerla a la autoridad derivada del conocimiento, de la cultura, de la preparación intelectual…?
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Lo que yo saco de aquí es que hay una autoridad vital que uno no se labra sino que le otorgan. ¿Qué ve la gente para dar esa autoridad a alguien? Algo distinto sin duda a lo que verían en los letrados. Tal vez una coherencia vital entre lo que se dice y lo que se hace. Tal vez una preocupación y cercanía máxima a las personas, al pueblo, a los más desfavorecidos y a los que más sufren. Tal vez escucharían palabras y verían gestos liberadores y no opresores…

La autoridad de Cristo nada tiene que ver con los méritos, ni con los títulos, ni con los puestos de poder, ni con la clase social… Es otra cosa. Y muchos años después, sigue siendo igual…

Un abrazo fraterno