Una de las cosas que más me preocupa en la educación en la fe de mis hijos es que, por alguna razón, sin querer, alguno crezca temiendo a Dios. Justicia, sí. Temor de Dios, sí. Verdad, sí. ¡Pero no miedo! La lectura de Pablo de hoy es preciosa. El Señor no nos ha destinado al castigo sino a la salvación… Miedo, nunca.
ESo sí: vivamos despiertos. Eso no quiere decir «alerta por si…» o como oí alguna vez, «no vaya a ser que me muera mañana y me vaya al infierno…» Yo lo entiendo precisamente al revés: el día de salvación del Señor puede llegar en cualquier momento y si te pilla dormitando te lo pierdes.
Hoy es fácil vivir anestesiado. Tal vez es el problema más grave de la sociedad occidental en la que vivo: vivimos acomodados, a medio gas, drogados… por el ruido, las cosas, la tecnología, el bienestar, el desarrollo… Cosas, muchas de ellas, que no son malas en sí mismas pero que no han convertido en personas flojitas, semiconscientes, débiles, adormecidas… Así es difícil que nos enteremos de la llegada silenciosa de la Salvación de Dios. Su llegada no viene precedida de tambores ni trompetas. No avisa. Simplemente llega y pasa.
¿Cómo podemos estar preparados? Pablo da alguna pista también:
– Ayudándonos unos a otros. Una de las mejores maneras de estar despierto y atento a la llegada de Dios es sirviendo al prójimo. A veces el cansancio prende pero el Señor sigue dando fuerzas. Gastar mi tiempo en otros, andar metido en mil proyectos, ayudar a las familias del cole, hablar con ellas, buscar soluciones para todos… Conectarme a las RRSS y hablar con personas, lanzar mensajes de optimismo, de esperanza… Gastar tiempo con mi familia, también con aquellos con los que no estoy bien… Tocar a los pobres, estar con ellos, hablar con ellos…
– Orando. Una vida plena de oración, lectura de la Palabra, participación en la Reconciliación y la Eucaristía, seguimiento da la vida apostólica del Papa, escucha de sus enseñanzas, vida comunitaria, corrección fraterna… ¡Antídotos ideales contra el sueño!
Hoy puede ser el día. No puedes dejar pasar a Dios como si nada. ¡Vigila! Tu oportunidad está cerca.
Un abrazo fraterno
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