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Hay días en los que cuesta entenderte, Padre

Tremendamente complicado se me hace hoy rezar con las lecturas del día. Hay días que, bien porque la Palabra se hace más árida, bien porque uno no está igual de «sintonizado», se hace más complicado entender lo que el Padre nos quiere decir.

Hay días que amanecen grises. Hoy es uno de ellos. Así que lo único que puedo ofrecer es mi silencio, mi presencia humilde y mi decisión de ponerme en manos del Señor aún cuando no entiendo demasiado.

Así sea.

Un sólo sitio, varias experiencias

El próximo lunes arranca una nueva etapa en la historia de este blog que, sin darse uno ni cuenta, tiene ya unos cuantos años. La idea que tengo es centralizar aquí mi reflexión en torno a tres grandes categorías, que son las que podéis encontrar en el menú principal.

ORACIÓN – El plan es compartir aquí mi oración diaria, unas breves líneas suscitadas tras la lectura reposada de la Palabra del día, sin más objetivo que abrir mi corazón y compartirlo, sin querer enseñar, adoctrinar ni catequizar.

IMISIÓN – Es mucha la reflexión ya compartida sobre la red, las redes sociales, y su incidencia en las personas y en nuestro modo de vivir. Aquí pretendo compartir mis reflexiones al respecto, gracias a la experiencia acumulada en estos últimos años, formando parte del staff de iMisión.

COMUNIDAD MIXTA EN SALAMANCA – La vida, personal y familiar, nos da un vuelco a partir de septiembre. En realidad nos lo ha dado ya. Aquí quiero ir compartiendo la vida de esta nueva comunidad escolapia mixta, religiosos y laicos, entregada a la misión en la presencia de Salamanca, donde vamos a vivir a partir del 25 de agosto. Una ventanita abierta que permitirá acercarse a la vida diaria de esta comunidad recién nacida.

Ojalá pueda sostener el proyecto como me propongo. Os necesito. Espero comentarios.

Un abrazo fraterno

A esto nos invita el Señor (Romanos 12, 5-16a)

No voy a hacer comentarios… Simplemente os voy a leer la Palabra de la Carta a los Romanos de hoy… A esto nos invita el señor. Tú también estás invitado. Y yo. ¿Aceptamos?

Me presento ante Ti. No hay más. (Lucas 11, 29-32)

Hoy no soy capaz de sacar nada de las lecturas. Es lo que tiene. Hay días en los que sólo puedo presentarme ante el Señor y decirle: «Señor, hoy, que tu Palabra nada me dice, me presento ante Ti humilde, necesitado de ti y de tu Amor».

No hay mucho más. No me preocupa. En una relación de amor, estas cosas suceden. Hay momentos en los que lo mejor es el silencio, lo mejor y el mayor signo de compromiso. Hablamos tantas veces sin saber de qué…

Mañana será otro día.

Un abrazo fraterno

Asi tienes a mi corazon[1]

Recogido y admirado (Lucas 11, 15-26)

Hoy me postro de rodillas ante el Señor y me pongo delante de Él sin ser capaz de interiorizar adecuadamente la Palabra. El Evangelio se me hace tan difícil… misterioso… Lo acojo desde mi pequeñez y le pido a Dios que, el mero hecho de leer la Palabra, haga luz en mi oscuridad.

Desde que me levanté ronda por mi mente una persona, con la que creo haber soñado, y es como si hoy tuviera que tenerla especialmente presente. Cosas del Señor. Yo la traigo aquí conmigo, en mi oración. La cojo de la mano y la acerco. Tal vez lo necesite, tal vez sea yo quién necesite del calor de su compañía, del fragor de su fe, de su gran pequeñez.

Como ves, Padre, hoy es día de silencio, de admiración, de humildad, de mirada y no de palabra. Hoy es día de recogimiento y de gestos. Así lo siento.

Un abrazo fraterno

entretusmanos

Un papá que ama. Un papá que sufre. (Lucas 11, 5-13)

Ayer mi hijo mayor trajo una nota del profesor. Había tenido un día regular en clase. Falta de atención, poca concentración… Uno, como padre, intenta darle la importancia justa y, como conozco a mi hijo, intento que la balanza entre el refuerzo positivo y la «regañina» esté bien equilibrada. Pero luego, cuando ya salgo de su habitación, tras hablarlo con él, me quedo con lo mío. Y me pregunto qué hacer, y cómo ayudar, y cómo conseguir, y cómo afrontar y lo hablamos con mi mujer… Los hijos son una fuente de preocupación continua.

padrehijoOtro de ellos sufre mucho de los oídos y la sensación, en los días pasados, de ver cómo, a causa del tapón de mocos en el oído, preguntaba continuamente al hablarle «¿Cómo? ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué?»… pues no es agradable. La mera posibilidad de que una tendencia se convierta en un problema serio pues me llena de intranquilidad, de desasosiego.

Y el ansia de perfección de la niña y su mala gestión emocional cuando algo le sale mal y no es capaz de demostrarle al mundo que ella lo hace todo perfecto. Y sus miedos y sus bucles de los que a veces sale con dificultad…

¡Cuánto trabajo! ¡Cuánto sufrimiento! ¡Bendito trabajo! ¡Bendito sufrimiento! Todo por amor. Es lo que tiene amar sin condiciones y con todo el ser por entero, sin reservas.

Hoy leo el Evangelio y me pongo en la piel de ese Padre que sufre por cada uno de sus hijos. Y pienso en su dolor viendo y escuchando nuestras peticiones, nuestras penas, nuestro grito… Y comprendo, porque lo sé, que estará haciendo todo lo posible por nuestro bien. No tengo ninguna duda. Si yo, como padre, lo hago… ¡cuánto más Él!

Un abrazo fraterno

A veces sólo quiero que me quieras (Lucas 10, 38-42)

Marta, Marta…

Lo mismo me dice a mí Jesús hoy, cuando elevo mi queja por todo lo que me cuesta «trabajar» para el Reino. Marta está trabajando por Jesús y para Jesús, no lo olvidemos. Ella, en su ansia por tenerlo todo a punto, no descansa afanada en que el Señor esté lo más a gusto posible. Pero se olvida de que lo tiene allí.

Esta lectura, tan conocida y trillada, a veces pasa sin pena ni gloria. Nos la ventilamos rapidito sin acabar de darle una vuelta más. Yo creo que yo lo hago porque es una lectura molesta para mí. PRODUCCION-FAMILIA-CRUCIFIJOS-ADORNAR-CONVENTO_LNCIMA20130331_0521_5

Intuyo en mi corazón que el Señor, contento y satisfecho con mi dedicación en la construcción del Reino, me pide muchas veces otras cosas. Jesús tal vez me pide que, estando muy bien lo de hacer, hacer y hacer…, a él también le gusta que le quieran, que le amen, que le mimen. Le gusta encontrarse a solas conmigo, contarme confidencias, apoyarse en mi hombro y ofrecer el suyo, compartir preocupaciones, descansar uno en el otro… Jesús me dice que está bien llevar grupos de fe, dedicarse a las familias del cole, trabajar incansablemente con la Fraternidad, evangelizar en la red… pero que Él también quiere encontrarse conmigo en la Eucaristía, en la Reconciliación, en la visita inesperada al Santísimo, en el rezo del Rosario y en tantas otras cosas.

No es más quién hace más cosas. Yo tampoco. Por muy majo que me crea, por muy entregado que me sienta, por muy cansado que esté. El diablo también me enreda en mi autocomplacencia, en mi humilde soberbia.

Un abrazo fraterno

Orar es algo más (Mateo 7, 7-11)

Leo las lecturas de hoy después de haber disfrutado ayer con este vídeo presentación de May Feelings. Y me encuentro con el «pedid y se os dará» del Evangelio y pienso que no es casualidad…

Yo rezo de muchas maneras- Hay veces en las que siento simplemente que me pongo en presencia del señor, que me pongo delante de Él, me presento ante Él para que me acaricie, me vea, me acoja… Hay veces en que mi oración es una auténtica conversación, hablando, diciendo, pidiendo, contando, compartiendo con el Padre todo: lo que me preocupa, lo que anhelo, mis preocupaciones, mis inseguridades… A veces pido con fuerza por cosas o personas concretas y pienso que ese «estar en comunión», ese «unirme a muchos en oración por algo» es efectivo… Creo que esa fuerte voz llega al Padre con fuerza. Me encantó oír al Papa Francisco comentar que hay que orar incesantemente hasta «incomodar al mismo Dios».

Pero orar además tiene un tremendo efecto preventivo que yo, cada día noto más: previene del engreimiento, de la soberbia, de la autocomplacencia y la suficiencia. Me encantan las palabras de Moisés a su pueblo de la primera lectura. ¡Qué fácil es olvidarse de Dios cuando todo va bien! ¿No es esto tremendamente actual? El hombre ha dado de lado a Dios, le ha vuelto la espalda, se ha creído todopoderoso y ha olvidado toda una historia de salvación para la humanidad…

Recemos, recemos por y para otros y por y para nosotros mismos. La oración es alimento y medicación.

Un abrazo fraterno

Quiero rezar más. ¿Y tú? (Timoteo 2, 1-8)

Qué Palabra nos dices, Señor… Qué cosas tan hermosas nos cuentas. ¿Por qué habrá gente que se acerca tan poco a lo que nos dices? ¿Por qué a otros nos cuesta tanto poner en práctica lo que nos sugieres? ¿Por qué no tenemos la fe del centurión, Señor? ¿Por qué somos de mollera tan dura?

119397Hoy nos pides que recemos, por todos, por todo. Nos pides que oremos con fuerza. Con confianza. Con fe. Y nos pides, hoy especialmente, que encomendemos a los políticos, a los dirigentes, a los reyes… a aquellos en cuyas manos, hemos dejado los pueblos nuestros destinos y que, seamos sinceros, tantas veces hemos pensado que son las manos equivocadas. El Papa hoy lo ha dejado bien claro: no es cristiano quién no se involucra en política. Rezar por los políticos es involucrarse, ¡y tanto! ¡Ojalá frecuentáramos más esta costumbre tan sencilla! ¡Mejor nos irían las cosas! Pero el Papa Francisco también ha sugerido que hay católicos, cristianos, que deben dar un paso al frente e involucrarse a fondo para cambiar el corrupto panorama del que nos quejamos. Yo me siento llamado pero… me da miedo, ¡pánico! Miedo de perderlo todo, de perderme, de perder a mi familia. Por otro lado pienso que si es el Señor el que llama, ya me capacitará ¿no? Él conoce a quién elige…

Quiero rezar más. Quiero rezar más apasionadamente, como si la vida me fuera en ello. No quiero una oración tibia y de carrerilla. Quiero que mis hijos me vean rezar más y llevarles, así, al camino de la oración. ¿Hay otro camino mejor?

Hoy me acostaré y rezaré completas. El Señor me conoce y sabe que, tal vez, mañana el cansancio me venza y que, una vez más, priorice el trabajo al rezo. Él me sigue esperando. Siempre espera… y me quiere, siempre…

Un abrazo fraterno

Pasa Dios y te lo pierdes… (Tesalonicenses 5, 1-6. 9-11)

Una de las cosas que más me preocupa en la educación en la fe de mis hijos es que, por alguna razón, sin querer, alguno crezca temiendo a Dios. Justicia, sí. Temor de Dios, sí. Verdad, sí. ¡Pero no miedo! La lectura de Pablo de hoy es preciosa. El Señor no nos ha destinado al castigo sino a la salvación… Miedo, nunca. 

ESo sí: vivamos despiertos. Eso no quiere decir «alerta por si…» o como oí alguna vez, «no vaya a ser que me muera mañana y me vaya al infierno…» Yo lo entiendo precisamente al revés: el día de salvación del Señor puede llegar en cualquier momento y si te pilla dormitando te lo pierdes.Ha llegado la salvación a tu casa (ábrele la puerta)

Hoy es fácil vivir anestesiado. Tal vez es el problema más grave de la sociedad occidental en la que vivo: vivimos acomodados, a medio gas, drogados… por el ruido, las cosas, la tecnología, el bienestar, el desarrollo… Cosas, muchas de ellas, que no son malas en sí mismas pero que no han convertido en personas flojitas, semiconscientes, débiles, adormecidas… Así es difícil que nos enteremos de la llegada silenciosa de la Salvación de Dios. Su llegada no viene precedida de tambores ni trompetas. No avisa. Simplemente llega y pasa.

¿Cómo podemos estar preparados? Pablo da alguna pista también:

Ayudándonos unos a otros. Una de las mejores maneras de estar despierto y atento a la llegada de Dios es sirviendo al prójimo. A veces el cansancio prende pero el Señor sigue dando fuerzas. Gastar mi tiempo en otros, andar metido en mil proyectos, ayudar a las familias del cole, hablar con ellas, buscar soluciones para todos… Conectarme a las RRSS y hablar con personas, lanzar mensajes de optimismo, de esperanza… Gastar tiempo con mi familia, también con aquellos con los que no estoy bien… Tocar a los pobres, estar con ellos, hablar con ellos…

Orando. Una vida plena de oración, lectura de la Palabra, participación en la Reconciliación y la Eucaristía, seguimiento da la vida apostólica del Papa, escucha de sus enseñanzas, vida comunitaria, corrección fraterna… ¡Antídotos ideales contra el sueño!

Hoy puede ser el día. No puedes dejar pasar a Dios como si nada. ¡Vigila! Tu oportunidad está cerca.

Un abrazo fraterno