Paja, vigas y otros elementos de destrucción fraterna (Lc 6,39-42)
A mí me cuesta ver mis cosas, aunque cada vez soy más consciente. Esta consciencia sobre mi manera de relacionarme, mis errores, mis estilo comunicativo y, a veces, los daños producidos… se la debo a personas que, con cariño, me han ido diciendo lo que sienten cuando se encuentran con mis juicios y tonos en determinadas situaciones. Y he ido creciendo.
Siempre soy muy exigente con los que me rodean. Siempre pienso que las cosas se pueden hacer de otra manera, normalmente a mi manera. Y eso desgasta mucho alrededor, me doy cuenta. A veces no lo puedo controlar. Otras veces sí. Siento que el camino emprendido hace año, de tomar conciencia de mis «vigas» va dando su fruto.
Una pajita es suficiente para destruir. La mueves muchas veces en el ojo ajeno y dejas a la persona ciega. Una «viga» te impide ver la realidad y, si no te la mueven, te acostumbras a ella y piensas que el mundo es así, tal cual tú lo ves.
Jesús nos invita a dejarnos quitar nuestra «viga» y no agitar las «pajitas» ajenas. No seamos tan duros hacia afuera. No nos pongamos como ejemplo de nada. No sea que nuestra viga nos hunda en la profundidad oscura.
Un abrazo fraterno – @scasanovam