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Oración sin muchas palabras (Mt 6,7-15)

Sin muchas palabras… pero con sentido. Esto último parece la letra pequeña de la frase que Jesús dirige a sus amigos hablándoles de la oración. Jesús sabe que la oración más usual es la de petición. Jesús sabe que cuando las cosas nos van bien no solemos rezar pero que cuando algo malo nos acecha… entonces nos acordamos de Dios.

No han cambiado muchas cosas. La gente reza cuando necesita algo. Se acuerda de Dios cuando se sabe criatura desatendida, en peligro, herida, sufriente… Y el Padre siempre está ahí. Eso es lo que viene a decirnos Jesús. Que Dios no está más o menos presente, ni cuida más o menos a sus hijos en función de si estos rezan 4 ó 5 avemarías o 4 ó 5 padrenuestros.

Jesús nos propone algo más de intimidad. Nos propone una oración que se parece más bien a un encuentro de pareja, juntos desde hace ya tiempo, que han visto madurar su amor. No tienen que repetirse cada 5 minutos que se quieren. Ya lo saben. Se lo han demostrado el uno al otro. Han pasado esa fase. Simplemente quieren estar juntos, descansar el uno en el otro. Saben cómo ha ido simplemente mirándose a los ojos y saben que un abrazo cura más que mil discursos.

No sé cómo es vuestra oración pero yo necesito más ratos de esos. Más ratos de parar y dedicarle cinco o diez minutos al Amor de mi vida. Simplemente para estar juntos, para sabernos cerca, para mirarnos a los ojos. Una oración sencilla, silenciosa, madura y llena de amor. Esas oraciones…

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Padre de huérfanos (Sal 67)

No soy un apasionado de los salmos pero de vez en cuando me sorprenden y me conmueven tocando lo más hondo de mi ser. El salmo de hoy, su primera parte, es una de estas sorpresas. Creo que en sus palabras se esconde la más bella y verdadera descripción del Dios en el que creo, del Dios cristiano. Son palabras que me han tocado el corazón. Un padre para el huérfapapaitono, una compañía para la viuda, para el que está solo, la libertad para el preso… lluvia abundante para los que están atribulados… es hermosísimo. Un Dios que fundamenta su ser en el otro, en la persona, en su necesidad… que acoge amorosamente y descubre nuestras necesidades más básicas. Un Dios que abraza, que toca, que calienta, que susurra, que mira, que moja, que anima, que vivifica, que acompaña…

Si somos testimonio de ese Dios, seremos buena noticia. Si somos testimonio de otras cosas… ya no lo sé.

Un abrazo fraterno

¿Dónde vives? (Jn 1, 35-42)

venidyvereis.jpgCómo somos las personas. Siempre preocupados por cosas materiales, por seguridades, por las espaldas cubiertas. Lo que pasa es que hay determinadas apuestas, determinadas misiones, determinados actos que son tremendamente difíciles de explicar, de cuantificar…

Cantidad de veces nos preocupamos los cristianos en mejorar la manera de explicar a otros qué es esto de ser cristiano, por qué deberían comprometerse, quién es este Jesús, dónde vive… Caemos en el juego de las preguntas y de las respuestas como si se tratara de un concurso de la tele o de un Trivial… No nos damos cuenta de que lo importante es la vida. «Venid y veréis» responde Cristo a esos dos que se le acercan interesados. No les da respuestas, les ofrece vivir algo, vivirlo de una manera. Ellos debieron quedar mínimamente convencidos porque se quedan a su lado.

Es nuestra vida la que testimonia, la que convence. Dejemos de hablar de comunidad e invitemos a la gente a ellas sin complejos. Dejemos de hablar de Pascuas e invitemos a la gente a ellas. Dejemos de hablar de la paternidad y animemos con nuestra vida a ser padres y matrimonio. Dejemos de hablar de familia y hagamos de las nuestras germen de paz, lugares abiertos, espacios donde se vive de otra manera… Así, aún tenemos alguna oportunidad…

 Un abrazo fraterno