¿Qué quieres de nosotros, Jesús? (Mc 1, 21-28)
Es la reacción de alguien que lo oyó en la sinagoga y se revolvió. Y tuvo que gritárselo seguramente enojado, contrariado, inquieto.
A mi me surje el mismo grito y la misma inquietud cuando «le oigo» en la Palabra de muchos días, cuando «le oigo» en el testimonio de testigos del siglo XXI, cuando «le oigo» en la comunidad y en las necesidades que percibo en el mundo que me rodea. ¡¡¿QUÉ QUIERES DE MI, JESÚS NAZARENO?!!
Me cuesta un montón saberme en búsqueda. A la vez, miro atrás y descubro muchos pasos de compromiso: mi matrimonio, mis hijos, mi comunidad, mi compromiso con los jóvenes en la escuela Pía… Pero falta algo. Y muchas veces pienso que tal vez nadie me quite nunca esta sensación y que, tal vez, el secreto está en dar pasos pero quedándose siempre con la certeza de que no es el último y de que Jesús nos espera para algo más. ¿Es ese el secreto Padre?
Mientras, intento vivir cada día mejor y más auténtico. Mañana he quedado con dos personas para plantearles algo nuevo. ¿Se abrirán nuevas puertas? Dejemos entrar al viento…
Un abrazo fraterno