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Un «sí» al estilo de María

El pasado viernes se hacían públicos los nombramientos pastorales para el curso 24-25 en la Diócesis de Salamanca. El Obispo, D. José Luis Retana, ha renovado una serie de delegaciones y ha hecho cambios y traslados en algunas parroquias. Y ahí estoy yo, como nuevo Delegado de Apostolado Laical y al frente de un equipo de personas que se han mostrado dispuestas a acompañarme en esta nueva aventura.

«Eres de los que no sabe decir que no«, me decía una persona cercana cuando se enteró. Bueno… hay unas cuantas cosas a las que he ido diciendo que no en mi vida, y más últimamente. El caso es que tanto el «sí» como el «no» tienen poco valor y poco recorrido si no son fruto de un discernimiento en condiciones. Porque el tema no es si me apetece o no me apetece, si me llama o no me llama, si tengo tiempo o no tengo tiempo, si entra en mis planes o no entra… la pregunta de fondo cuando llega una propuesta de este tipo es: «¿Es la voluntad de Dios para mí hoy? ¿Me está llamando el Señor?«.

Creo que en la Iglesia y en nuestros entornos tenemos una crisis de discernimiento. Nos hemos empapado, inevitablemente, de cierto personalismo a partir del que yo soy la medida de mis decisiones. ¿Nos hemos olvidado, tal vez, de que a veces toca obedecer? Obedecer, sí, digo bien. Obedecer, porque cuando intuyes que es Dios quién llama… ¿cómo vas a decir que no? ¿Es desobedecer una opción? ¿Puedo plantarme delante de Dios y decirle «mira Señor… es que ahora no me viene bien, es que no es el momento, es que no me gusta, es que esto no es para mí, es que tengo otros proyectos, es que no me produce ilusión…«?

La verdad es que no tengo muy claro ni por qué han pensado en mí, ni qué tengo para ofrecer, ni cómo lo voy a hacer. No tengo claridad en lo que persigue el Señor con esto, hoy, aquí y ahora. Y es aquí donde detecto que sí ha habido progreso en mí, proceso, crecimiento… porque no me preocupa en exceso. Será el Espíritu el que clarifique, el que empuje, el que anime, el que mueva, el que ilumine… y nosotros, sin estorbar mucho, sólo tendremos que estar al servicio de esta nueva misión.

María tampoco tenía nada claro cuando dio su «sí». Ni lo había buscado, ni se lo esperaba, ni lo entendía. No entraba dentro de sus planes y no formaba parte del horizonte vital que ella podría haberse llegado a plantear. Pero confió. Obedeció. «He aquí la esclava del Señor, hágase…«. ¡Qué frase tan contracultural, tan políticamente incorrecta para hoy!

El Señor guiará nuestros pasos. Guía los tuyos también. Y a veces necesita de ti.

Elogio de la pastoral imperfecta

Se sabe que el diamante y el carbón están constituidos químicamente por la misma materia, pero con una estructura física distinta. La diferencia consiste en que el diamante permite que la luz lo atraviese y el carbón no. Este prácticamente no vale nada, mientras el primero tiene un valor inmenso. A nosotros nos toca decidir si ser diamantes, cuya riqueza consiste en dejarnos atravesar por la luz de Otro, o pobres trozos de carbón que impiden a la luz atravesarlos y están destinados solamente a ser quemados.

Fue el regalo que hice a los 12 miembros de los equipos pastorales del centro en el que trabajo: «Elogio de la vida imperfecta. El camino de la fragilidad» de Paolo Scquizzato. Una joya de libro, ideal para que aquellos que vamos a liderar el trabajo pastoral del cole, degustemos y rumiemos con delicadeza.

Cuando dije que sí a la propuesta de coordinar la pastoral decidí que era momento, antes de comenzar el curso, de retirarme unos días a la Abadía Cisterciense de San Isidro de Dueñas, conocida como «La Trapa», cerquita de Palencia. Llevé este libro conmigo. Había sido un regalo imprevisto de mi amigo Isidro Catela la noche en la que compartimos calor, mesa y diversión en su casa de Salamanca. Era impensable, en aquel momento, lo que este libro iba a significar en mi manera de prepararme ante lo que se me venía encima.

Aquellos días de retiro me sirvieron para afrontar la misión encomendada con una disposición que está sosteniendo el trabajo que llevamos hasta el día de hoy. Fue tremendamente importante reconocer mis incapacidades, imperfecciones, miedos, dudas, incoherencias, soberbias tramposas y seguridades resbaladizas. Y fue igual de importante descubrir que «el obstáculo es la condición para que la luz pueda manifestarse; el pecado es la condición para que Dios pueda revelarse en relación conmigo por lo que es: ¡misericordia!«.

Había sido tanto lo descubierto, lo interiorizado, lo sanado y lo colocado en mi relación con Dios y mi imperfección, que no tuve otra que regalarlo a todos aquellos que iban a trabajar conmigo en esta preciosa y, a la vez, misteriosa tarea de evangelizar, cuidar y testimoniar a Cristo. Os lo recomienzo.

Salí del retiro con un lema que me está acompañando todo este tiempo: «Hazlo tú«. Ciertamente, por ahora, la paz no me ha abandonado.

Una Pascua para unirnos a todos

He tenido la suerte de celebrar los días de Pasión y Pascua en el colegio que tenemos en Oviedo. Allí, junto a mi familia y a casi 100 jóvenes y unos 25 catequistas, pude volver a sentir lo que tengo tan arraigado en mi corazón: participar y vivir desde dentro una pascua juvenil. Hacía años […]