¿Cómo llevas lo de las pruebas? #buenapregunta
Esto de las pruebas, tengo la sensación, de que no va con nosotros. Nosotros somos más de «evaluación continua». Nos gustaría vivir en un mundo donde no se nos probara, donde no tuviéramos que demostrar, de manera concreta y en un momento concreto, la valía y calidad de nuestras convicciones, de nuestra fe.
Una de las manías que tenemos es otorgarle a Dios el rol de «examinador». No voy a ser yo quién niegue tajantemente esta posibilidad porque Dios puede hacer lo que le venga en gana, me guste a mí o no, lo considere propio de Él o no. Pero en general, es mi opinión, es la dinámica de la existencia y del mundo, de la sociedad en la que uno vive y de los problemas a los que se enfrenta, la que nos pone delante de situaciones complejas. Es el mal que acecha y viene a buscarnos, a provocarnos.
¿Qué hacemos si entran en medio de una misa unos desaforados? ¿Y si pintan amenazas en las paredes de mi parroquia? ¿Y si me acosan en twitter por ser cristiano? ¿Y si me chantajean en el trabajo por descubrir prácticas ilegales? ¿Qué hacemos cuando llega la enfermedad sin explicación? ¿Y si no llega el hijo esperado? ¿Y si ese embarazo tan deseado se tuerce? ¿Y si muere quién tendría que vivir? ¿Qué hacemos si nuestra propia esperanza se deshace, si sentimos que la oscuridad se adueña de mi vida?
Nuestra fe se prueba en lo concreto. En acciones, en decisiones… no sólo en intenciones o actitudes. Nuestra fe salva en momentos concretos, en lugares concretos, ante situaciones concretas… o no sé si salva en absoluto.
No es un tema banal. La primera lectura de la carta del apóstol Santiago, es preciosa. Pidamos sabiduría y fe. Pidámoslas sin dudarlo. ¡A gritos! El Señor responderá…
Un abrazo fraterno