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Menos planes de futuro y más acciones para hoy (St 4,13-17)

Soy un planificador nato pero me voy dando cuenta de que es más importante vivir la bendición de cada día que hacer planes de futuro como si tuviera bajo mi control lo que va a venir. A veces me descubro planificando viajes, salidas, eventos familiares… y me deleito pensando cómo podría ser mi vida si esto o lo otro tuviera lugar. La palabra «presente» se me escapa muchas veces de las manos.

Este mensaje que puede parecer más propio del coaching personal que de la fe, nos lo lanza hoy la Palabra de mano del apóstol Santiago. Durísimo. Sí, me parece muy contudente la palabra que me llega. Me hace bajar de las nubes y por eso recojo el guante. Sobre todo porque no me lleva tanto a dejar de pensar en el futuro por mi propio beneficio o para aprovechar mi día a día familiar, laboral o afectivo; sino más bien porque lo que me confronta es acerca del bien que hoy puedo hacer y, pese a todo, se queda en la cola de pendientes esperando a un momento propicio.

¡Cuánto tiempo pierdo pensando en lo que yo haría si tuviera esta responsabilidad o este cargo o esta función! ¡Cuánto tiempo pierdo hablando, cuestionando o criticando lo que unos y otros hacen y no me parece bien! ¡Cuánto tiempo pierdo programando, planificando, en reuniones inútiles! ¡Cuánto tiempo perdemos en lugar de salir y ponernos a hacer el bien que HOY podemos hacer! Escuchar al que HOY lo necesita, solucionar lo que HOY puedo solucionar, servir donde HOY esté!

Señor, bájame a la tierra y centra mi espíritu y mi capacidad. Y que el bien que hoy puedo hacer, se haga.

Un abrazo fraterno

Mañana o pasado… (St 4, 13-17)

Hermoso e idóneo trocito de la carta de Santiago para un planificador como yo. Siempre haciendo planes, pensando en mañana, en pasado, en el mes que viene, en lo que vamos a hacer en agosto, en Navidad… ¡yo qué sé!

Cierto es que mi trabajo personal está dando sus frutos y desde hace ya varios meses soy capaz de vivir el presente de una manera mucho más adecuada. Y lo disfruto. Y me hace feliz. Disfrutar el momento.

Ya lo decía el poeta Horacio:

No busques el final que a ti o a mí nos tienen reservado los dioses
(que por otra parte es sacrilegio saberlo), oh Leuconoé,
y no te dediques a investigar los cálculos de los astrólogos babilonios.
¡Vale más sufrir lo que sea! Puede ser que Júpiter te conceda varios inviernos,
o puede ser que éste, que ahora golpea al mar Tirreno contra las rocas de los acantilados, sea el último;
pero tú has de ser sabia, y, mientras, filtra el vino y olvídate del breve tiempo que queda
amparándote en la larga esperanza.
Mientras estamos hablando, he aquí que el tiempo, envidioso, se nos escapa:
aprovecha el día de hoy,
y no pongas de ninguna manera tu fe ni tu esperanza en el día de mañana

Un abrazo fraterno

Para que, cuando llegue la hora, os acordéis… (Jn 15,26 – 16,4a)

Estos últimos días me está costando mantener el compromiso de la oración diaria y ésto se refleja en el blog. Las entradas se han espaciado y, lejos de haber dejado de interesarme, lo que pasa es que no doy sacado tiempo para todo o, más bien, no doy tenido la cabeza y el espíritu en tantas cosas.

La irrupción de nuevo de los estudios en mi vida y de una nueva etapa universitaria viene han configurado mi tiempo y mi energía de manera distinta. Me embarga la ilusión y tengo ganas de sacar esos estudios en los que me he embarcado. Las sensaciones son buenas y el Espíritu sopla con cariño proveyéndome de fuerzas para afrontar esta etapa con un mínimo de garantías. Y la energía se me está yendo por ahí ahora. Todavía no he sido capaz de meterlo todo en la vida de manera natural y de tocar los pedales, al mismo tiempo de girar el volante, mirando al frente y estando atento a las señales que bordean la calzada… Supongo que lo conseguiré pero ahora ésta es mi realidad.

El Evangelio de hoy viene con la tarea de prevenir, de prevenir dificultades. Bien. Pero yo ahora necesito disfrutar y saborear las ganas y la ilusión con las que me he llenado. Cuando lleguen «las vacas flacas» ya sufriremos. Llegarán. ¿Pero por qué amargar el momento actual con oscuros futuribles?

Un abrazo fraterno