¡No os metáis tan adentro! (Lc 5,1-11)
Una frase muy repetida entre los padres que estamos en la orilla del mar, mirando cómo se bañan nuestros hijos: «¡Nos os metáis tan adentro!». Necesitamos saber que tenemos su baño controlado y que no va a haber ninguna imprudencia que pueda terminar en tragedia. Y es que meterse en lo profundo del mar da respeto.
A veces pienso que en esa protección orillera de mis hijos, proyecto el miedo que yo le tengo a ir hacia adentro en el mar. Me da miedo. Por si hay algún pez, por no hacer pie, por verla más oscura, por si me da un calambre y no llego, por las olas… Miedo. Por eso, cuando hoy leo el evangelio y escucho a Jesús diciéndole a Pedro eso de «rema mar adentro», me entran los sietes males. Los israelitas no distaban mucho de mí. El mar era lugar de las peores calamidades y meterse en su profundidad era símbolo de ir hacia lo desconocido, hacia el peligro, hacia la desprotección.
Jesús viene hoy a lanzarme un mensaje importante. No tengo que tener miedo de ir hacia adentro, de arriesgarme, de perder mi seguridad. No está mal «no hacer pie» alguna vez en la vida. Seguirle va de esto. Seguir a Jesús va de jugársela, de perder el control propio… porque ya controla Él. Ojalá tengo esto muy presente en este comienzo de curso tan apasionante y, a la vez, tan «profundo» para mí. Ojalá me sepa acompañado por Él y no tenga miedo de ir hacia adentro, allá donde el mar asusta y, a la vez, enamora.
Un abrazo fraterno – @scasanovam