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Espera en el Señor, sé valiente (Sal 26)

Me llama la atención sobremanera esta frase del salmo: espera en el Señor, sé valiente. Es como si sonara raro, como si hubiera algo que no acabara de cuadrar. Parece que esperar y ser valiente son contrapuestos. Es fácil entender que hay quienes apuestan por esperar en la vida y hay quienes son valientes y deciden salir a jugar y arriesgar. Hoy, el salmo nos propone ambas cosas. Parece incomible y el orden me desconcierta. Yo lo entiendo a mi manera:valiente1912grande

«Sé valiente…». Sólo entiendo la vida jugando al ataque. El Señor nos llama a gastar nuestra libertad y a poner nuestros dones en juego. El Señor nos llama a asumir riesgos y a dar la vida por el Reino.

«… y espera en el Señor». Es más fácil ser valiente cuando uno sabe que su valentía por el Reino está patrocinada por el Padre, cuando sabe que al final la obra es suya y que es Él quien actúa. Uno se sabe protegido y querido. Uno se sabe valioso.

SÉ VALIENTE Y ESPERA EN EL SEÑOR. ¡Qué esquema de juego tan hermoso! Yo me apunto…

Un abrazo fraterno

Págales por ti y por mi (Mt 17,22-27)

Tal como me ha llegado esta Palabra de Jesús hoy es, sin duda, una lección a mi afán de polemizar que muestro de manera tan usual en mi día a día.

Jesús, sabiamente, sabe elegir las batallas en las que vale la pena luchar. Hoy no quiere escandalizar. En otras ocasiones escandaliza sin pudor. ¿Qué diferencia hay pues? Pues tal vez lo que se juega en cada ocasión. No todas las batallas merecen la misma cantidad de sudor y energía; es más, muchas batallas no merecen ni ser afrontadas. Jesús suele dejarse la piel en aquellas batallas en las que está en juego la persona: su dignidad, su libertad, su ser… Lucha contra la opresión, la injusticia, la manipulación… Pero en estas batallitas de impuestos, de «chorraditas» oficiales no parece gastar ni un ápice de su fuerza.

Elegir bien aquello en lo que merece la pena escandalizar, gritar, sublevarse, etc. es algo importante que yo no acabo de descubrir. Me meto en mil charcos y en mil discusiones inútiles que no ganan metros para el Reino. A ver si poco a poco y con la ayuda de Dios voy ganando en sabiduría.

Un abrazo fraterno

He combatido bien mi combate (2Tim 4, 6-8.17-18)

No suelo escribir en el blog en domingos, no suelo hacerlo los fines de semana. Pero acaba de comenzar una semana de vacaciones después de varias de mucho trabajo, de muchos cambios, de mucho esfuerzo… y me apetecía reaparecer para mi mismo.

Elegir el buen combate es un tema recurrente en ese libro de Paulo Coelho que tanto me gusta: «Manual del guerrero de la luz». Elegir el buen combate… No todas las batallas son para mi. No estoy llamado a todas las luchas ni los dones que me han sido regalados sirven con utilidad al Reino en todos los frentes y ante todos los enemigos.

¿Cuál es el gran combate al que soy llamado a luchar? Todavía estoy en tiempo de preparación y aún estoy afilando mis armas. Todavía creo que el Señor no ha enseñado todas su cartas para mi. Pero desde luego voy intuyendo cosas. Y lo que un día se intuye no se puede olvidar…

Un abrazo fraterno

… según el fruto de sus acciones (Jr 17, 5-10)

Se me ha ido la vista varias veces hacia esa frase: «según el fruto de sus acciones». ¿Por qué? Tal vez porque siempre estamos dándole vueltas a «las acciones» y no tanto al fruto. Parece como si ´por boca de Jeremías lo que Dios estuviera intentando decirme hoy es que las acciones en sí mismas no son tan importantes sino que, más bien, es lo que genera la acción lo que importa: ¿me ha cambiado el corazón? ¿Estoy más cerca de Dios? ¿He crecido? ¿Soy más auténtico? ¿Es el mundo un poquito mejor? ¿Ha ganado terreno el amor? ¿Se ha construido Reino?

¿Qué fruto genera mi participación en la Eucaristía dominical? ¿Qué fruto genera mi compromiso con la catequesis? ¿Qué fruto generan mis donaciones económicas? ¿Y el ayuno que me propongo para esta Cuaresma? ¿Qué fruto generan las lecturas formativas que hago? etc, etc, etc…

Fruto, acción… parece que no son lo mismo.

Un abrazo fraterno

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Los dones son irrevocables (Rm 11, 29-36)

Cuando intentamos transmitir a los chicos y chicas de nuestros grupos de catequesis que es importante descubrir los dones que a cada uno le han sido dados, una de las cosas que les decimos es que una de las características principales de un don es que es permanente o, como dice Pablo, irrevocable. Los dones siempre están, permanecen, no desaparecen.

Esto es importante, al menos para mi lo es. Los dones son las armas con las que salgo al cambo de batalla. Y siempre están ahí. Es lo que me ha dado Dios para ser feliz, para construir Reino y para los demás. No hay mucho más. De mi dependerá tenerlas a punto, desarrolladas, cuidadas… De mi depende estar acostumbrando a funcionar desde mis dones pero nunca podré decir que a mi se me ha dado menos, que yo no soy capaz. En mis dones está parte de la llave de mi felicidad y de la capacidad de hacer felices a los que me rodean y de poner a Dios en el mundo.

Un abrazo fraterno

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