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Evangelio para jóvenes – Domingo del Bautismo del Señor Ciclo A

Termina el tiempo de Navidad. Atrás han quedado las ilusiones con las primeras luces de la ciudad, las cartas de los Reyes, los planes para Nochebuena con la familia, el viajecito a ver los amigos, las lentejuelas de Fin de Año y el concierto de Viena para inaugurar el 2023. Los Reyes Magos cierran prácticamente el curso navideño pero realmente todo esto termina hoy. Da pereza recoger, porque nunca gusta terminar una etapa bonita. Sin embargo, con este evangelio realmente se nos recuerda que TODO EMPIEZA AHORA. Escuchad lo que cuenta hoy el evangelista [Mt 3, 13-17]:

En aquel tiempo, vino Jesús desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara.
Pero Juan intentaba disuadirlo diciéndole:
«Soy yo el que necesito que tú me bautices, ¿y tú acudes a mí?».
Jesús le contestó:
«Déjalo ahora. Conviene que así cumplamos toda justicia».
Entonces Juan se lo permitió. Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrieron los cielos y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él.
Y vino una voz de los cielos que decía:
«Este es mi Hijo amado, en quien me complazco».

Hasta ese momento, Jesús había crecido en Nazaret junto a su familia. Fue educado por María y José, formó parte de la comunidad judía de su pueblo, trabajó en la carpintería y suponemos que llevó una vida «del montón». Fue una vida oculta en la que Dios lo acompañó y lo preparó para llegar a hoy, el día del comienzo de su «nueva vida», el día en el que los planes de Dios para Él comienzan a tener lugar, el día en el que su respuesta a la llamada de Dios comienza a tomar hondura. Por eso Marcos, el evangelista, comienza aquí su evangelio. Porque TODO EMPIEZA AHORA. Te dejo dos pistas:

  • «Vino desde Galilea al Jordán» – Fue una decisión. Había llegado el momento. No sabemos si lo vio claro ni qué fue exactamente lo que le impulsó en esa hora. A ti te llegará también, si no te ha llegado ya. El momento, digo. El momento de dejar «tu casa» y emprender el viaje hacia aquello que Dios te ha encomendado. Y la decisión la tendrás que tomar tú. Llegará el momento de comenzar unos estudios determinados, o de comenzar a trabajar en un determinado lugar, o de casarte y formar una familia, o de meterte en el noviciado o en el convento, o de decir sí, sencillamente, a aquello que tanto tiempo lleva pidiéndote el corazón… Llegará el momento en que te darás cuenta que es TU MOMENTO, que Dios te espera allí, en tu Jordán particular. Cuando llegue, adelante. Es Dios quién llama. Es a Dios a quién sigues. Toca dejar algo para seguirle a Él.
  •  «Vio al Espíritu que bajaba sobre él» – Como dice mi amiga Ana, este un evangelio conocido y, sin embargo, hoy me he percatado que la experiencia espiritual que Jesús tiene en ese momento es absolutamente personal. Apenas se bautizó, Jesús vio al Espíritu que bajaba sobre Él y escuchó una voz en los cielos que decía… No parece, por tanto, que fuera una «presentación en sociedad». No es que en ese momento se desvelara el misterio sino… ¡qué fácil para los testigos que allí estuvieran! Qué fácil y qué miedo… Es Jesús el que experimenta los efectos de su bautismo: la compañía del Espíritu y la palabra de Dios sobre él mismo, una palabra de amor. Todo eso lo hemos experimentado ya todos los bautizados pero, tal vez, siendo pequeños no hemos visto ni escuchado nada. Quizás comienzas ahora a pensar, a sentir, a descubrir que algo se espera de ti. Tal vez cuando realmente empiezas a tomar las decisiones oportunas para seguir a Dios en tu vida, empiezas a experimentar que no estás solo, que no estás sola. El Espíritu está sobre ti, para acompañarte, para guiarte, para aconsejarte y sostenerte. Y sí, eres amado de Dios, eres amada de Dios. No necesitas más que eso. Dios se complace en ti. ¡Qué fuerte! Sí, en ti, tan frágil, tan lleno de heridas, tan rota, tan… poca cosa. Y a través de ti, a través de la corriente de amor que se genere entre vosotros, Dios cambiará el mundo.

Hoy he dejado las pistas en dos porque… ¡cuánta miga! Ojalá comiences este 2023 con este Evangelio bien metido en el corazón. Tal vez sea este el año en el que tú también debas abandonar Nazaret para dirigirte al Jordán. Tal vez tengas que tomar decisiones, pequeñas o grandes. Tal vez Dios esté esperándote. O tal vez no. Puede que todavía sea tiempo de preparación en el hogar, de escucha a tus mayores, de mirar, observar y meditar todo en tu corazón… hasta que llegue la hora. Sólo Dios sabe.

Un abrazo fraterno

Santi Casanova

Dios te escucha (Sal 33)

Siempre me ha dado miedo quedarme encerrado en un ascensor. Estar asfixiado entre cuatro paredes, en un cubículo de escaso tamaño… Sólo pensarlo me provoca ansiedad y el corazón empieza a latir con más fuerza de lo normal y más rápido. Si me lo imagino, me veo gritando, pidiendo ayuda, sin encontrar respuesta al otro lado. Qué angustia eso de clamar, de gritar, de pedir auxilio, y sentir que no hay respuesta.

Hay personas que experimentan lo mismo en su vida. Ahogo, claustrofobia vital, asfixia existencial, angustia. Son las consecuencias de haber llegado a un momento donde pareciera que el oxígeno se acaba, donde pareciera que todo juega en contra, donde la presión de sentir que no hay salida, que no hay posibilidad de cambio, que no hay esperanza… crece hasta la angustia; Pero, tal vez, lo peor sea la sensación de gritar… y sentir la fría respuesta de la soledad.

Dios te escucha. Si estás ahí, encerrado, agobiada; si te sientes sin salida, Dios te escucha. Dios está cerca de ti. Dios va a sacarte de ahí. ¿Por qué lo sé? Porque lo he vivido, lo he experimentado en mi vida y porque he conocido a muchos otros que lo han experimentado también. Porque lo lleva haciendo desde el comienzo de los tiempos. Y porque Dios no puede no escuchar. Dios es escucha.

¿Cuál será su respuesta? ¿De qué manera llegará a ti? ¿Cómo te insuflará oxígeno? Eso no te lo puedo decir. Dios se sirve de todo y de todos para llevar su salvación a cada uno de sus hijos e hijas.

La diferencia con los políticos, los influencers, los famosetes y los vendehumos es que Dios siempre cumple sus promesas. Y Él ha prometido no dejarte solo, sola, nunca. Y lo cumplirá. Descansa. Tal vez sea tiempo de respirar, despacio, intentar que la ansiedad baje, sentarse a esperar. Cuando menos te lo esperas, se abrirá la trampilla y podrás volver a respirar aire fresco.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Dones y llamadas (Romanos 11, 29-36)

Me ha impactado mucho la primera frase de la lectura de Pablo de hoy. Señor, qué claro eres cuando quieres. Qué claro y qué rotundo…

Me hablas de dones y de llamadas. Los dones que me regalaste y las llamadas que me hiciste. Son para siempre. No puedo obviarlos, vivir como si no existieran, olvidarlos, pensar que se agotan o desaparecen… No es así. Son una bendición para siempre y una responsabilidad también. Son tu mirada sobre mi, Padre.responder_mensaje_iphone_0001

Mis dones fundamentales creo haberlos descubierto hace tiempo y siempre supe ponerles nombre: la alegría, la fortaleza, la confianza y la fidelidad. Alegría que me permite afrontar la vida con esperanza y transmitir mi ser cristiano de la manera más sencilla posible. La fortaleza que me permite afrontar trabajos y esfuerzos, cargar a la espalda, superar dificultades y afrontar problemas sin desfallecer. La confianza que me hace vivir con ligereza, feliz, sabiéndome amado y cuidado, poniéndome en tus manos. La fidelidad que me permite permanecer tantas veces aún no entendiendo, en momentos de desencanto, de pobreza, de oscuridad…

¿Las llamadas? A ser testigo tuyo, hijo de la Iglesia, esposo de Esther, padre de mis hijos, hermano de mis hermanos en la Escuela Pía y llamado a ser educador de niños y jóvenes.

Miro atrás y nada de esto ha cambiado. Ahí están. Inmutables por más que pasen los años. No puedo dejar de responder. Mi felicidad está en juego y también la parte de construcción del reino que me corresponde.

Tema serio éste. A tu lado, será más fácil.

Un abrazo fraterno

Pide un signo, pero no se le dará (Mateo 11,29-32)

¿Había más signo que tener a Jesús en medio? Pero no lo descubrieron, lo despreciaron. Y no hay más signos que valgan. Y creo que sigue siendo Palabra para mi, hoy.

Cuántas veces uno espero respuestas de Dios que le ayuden a tomar decisiones. Respuestas a desgracias o tragedias incomprensibles. Signos de esperanza en un mundo cada vez más deshumanizado y menos trascendente. Y uno piensa que los signos no llegan y la desilusión empieza a recorrer y envenenar el Espíritu que nos habita. ¿Qué tal si cambiamos la mirada? ¿Qué tal si buscamos al «Jesús en medio» que nos rodea? ¿Qué tal si limpiamos las gafas y atinamos a descubrir cuánto Dios tenemos alrededor marcándonos el camino, gritando, esperando, riendo, sufriendo? Queremos signos que se adecuen a nuestras preocupaciones sin pensar que Dios está con el sufriente, redime al sufriente, vive por el sufriente.

Cuando uno busca en Google «Dios» las primeras referencias están replatas de definiciones, teología, frases, pensamientos… y está muy bien. En imágenes sale Jesús, la Trinidad con su triángulo, el cielo, la paloma… todo muy suave… y está muy bien… pero como estemos esperando eso, nos podemos aburrir.

Jesús estaba en medio de ellos y no se enteraron. ¿Y nosotros?

Un abrazo fraterno

El viento sopla donde quiere y oyes su ruido (Jn 3,5a.7b-15)

abismoxc6Es una imagen preciosa esta del viento. Soy de los que se sienten vivos cuando el viento, leve brisa o moderado soplo, le pega en la cara. Ir a la ladera de la Torre de Hércules o a cualquier cabo de las Rías Altas o de la Costa de la Muerte y, subido a una roca, sentir el viento sobre tu piel es algo que me hace sentir muy vivo.

La Palabra de hoy me recuerda que en el ámbito espiritual también va mucho de esto: de  dejar que el viento sople y de sentirlo sin hacer demasiadas preguntas. No hace falta saberlo todo. No hace falta tenerlo todo controlado y planificado. No hace falta conocer pros y contras. No hace falta fabricar puertas de entrada ni salidas de emergencia. Simplemente sentir el viento, escucharlo y dejarse mecer. Ese viento que es intuición, que es pasión, que es sobrecogimiento. Ese viento que es felicidad profunda cuando llega y tensa calma cuando desaparece. Ese es el viento del Espíritu.

Llevo tiempo sintiendo el viento en mi cara aunque no tengo ni idea qué hacer con él. Tal vez la respuesta es nada. Simplemente dejarme llevar un poquito y sonreir…

Un abrazo fraterno

¿Qué quieres que haga por ti? (Mc 10, 46-52)

Me es realmente complicado elegir hoy una frase de las lecturas sobre la que centrar la oración. La primera lectura es maravillosa toda ella. «Piedra viva» me llama. ¡Qué bonito! Nunca había deparado en tal piropo.

Tal vez responda eso a la pregunta del Señor en el Evangelio. Muchas veces nos preguntan «¿Qué harías si te tocara la lotería?». Esto es mejor. Va más allá. La pregunta de Jesús es directa e insuperable. Me imagino a Jesús delante preguntándome eso y me acongojo. Me daría miedo no elegir lo más importante, dejarme cosas, no saber qué responder… Y aunque mi cabeza me dice que Jesús no emitiría juicio alguno sobre mi respuesta, mi vivir entre hombres me deja el resquemor de sentirm juzgado en la respuesta…

Tal vez lo de la piedra viva no es mala respuesta. Ser piedra primero, Señor. Ser fuerte, robusto y, a la vez, erosionado por los acontecimientos y las personas. Ser piedra, sillar de construcción. Tal vez no ser piedra de fachada sino sillar de pilar, de contrafuerte. Y, segundo, ser vida. No ser uno más del paisaje. Sentir. Respirar. Sufrir. Disfrutar. Generar. Suscitar. Soplar. Acariciar. Apoyar. Enjugar. Abrazar. Amar. Ser.

Tal vez esa sería mi respuesta siendo consciente de lo que me falta para ser piedra y de lo que todavía no soy capaz de vivir.

Un abrazo fraterno