Mi rosa… mi amiga
Cuando llega la noche, pienso en ti. En tu planeta se ha ido la luz y las plantas han dejado de crecer.
Sentado en esta hamaca que tanto me gustaba de niño, visualizo tu carita y, con cariño, te tomo el rostro entre las manos para darte algo de calor. La oscuridad ha enfriado esos ojillos chisposos y simpáticos con los que ganas todas las batallas…
Yo también sé lo que es el frío y la negrura, esa niebla pesada que parece que todo lo cubre. Precisamente por eso, sé que todo eso es caduco, se va, muere, y un día, tal vez mañana o pasado, el sol vuelve a despertarse de su letargo.
Qué lejos estoy de ti, rosa, y a la vez que cerca me siento. Bien mirado, la negrura nunca será total mientras tú y yo sigamos siendo amigos. Duerme en paz. Hasta mañana.