Saciado (Marcos 6, 34-44)
Retomo mi actividad bloguera tras estos días de fiesta, intensidad, ilusión y, también, mucho cansancio. La vida familiar en estas fechas es muy rica en momentos pero, a la par, agotadora. Ya volvemos a la «normalidad» y me encuentro con estas lecturas de hoy, preciosas para retomar el día a día.
Leo el Evangelio y me pongo en el lugar de todas esas personas con las que Jesús quiso sentarse a enseñarles, a hablarles. Yo soy uno de esos. De esos que siguen al Maestro con sus miserias, sus agobios, sus problemas, sus ansias de liberación y de amor. Necesito sentarme y escucharle. Mirarle. Sentirlo cerca. El Señor, que me ve, sabe que lo necesito.
Y Jesús no deja indiferentes a esa personas, no lo hace conmigo. Cuando yo le busco, lo encuentro, lo escucho, lo miro, lo quiero… Jesús siempre me deja saciado. Transforma mi hambre y mi sed y me da más, obra el milagro en mi vida y colma mis necesidades, mis ansias.
Es una buena manera de empezar el año. Una buena manera de recordar dónde está el centro. Lo demás, no es tan importante.
Un abrazo fraterno