Esto haces y ¿me voy a callar? (Sal 49)
Cuando se escucha una cosa, cuando se predica la misma cosa y a la hora de actuar se hace justo lo contrario… hay un problema. Un problema del que hay que hacerse consciente, que hay que reconocer y que hay que afrontar. Aunque realmente no apetezca, aunque no guste. Porque gustar no gusta. Reconocer las propias incongruencias, darse cuenta de las propias incoherencias… es duro y doloroso.
Dios no se calla ante nuestras incoherencias. Creo que somos nosotros los que acallamos su voz. No queremos oír su voz a través de hermanos, de amigos que nos conocen y nos rodean. No queremos escuchar su voz en el silencio y en el retiro. No queremos enfrentarnos con su espejo salvador. Dios no se calla por reprochar sino por salvar. Este es el matiz que hay que descubrir. Dios no se calla porque nos acuse sino porque nos ama.
La comunidad, lugar privilegiado para escuchar la voz de Dios.
Un abrazo fraterno