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Quítate de mi vista, que me haces tropezar (Mt 16,13-23)

Todos tenemos experiencia de tropiezo. Una se hace propósitos, uno intenta ser consecuente y seguir a Jesús, pero ¡demasiadas veces nos quedamos en el intento! Hay personas, cosas, situaciones, ambientes, lecturas… que no nos hacen bien. Si nos acercamos, caemos. Y aún así, ¡cuántas veces dejamos que eso suceda!

En el conocidísimo pasaje de hoy del evangelio, hoy hago oración con la reacción de Jesús ante un Pedro que le quiere evitar (por cariño, sin duda) todo el sufrimiento que le va a suponer viajar a Jerusalén. Jesús identifica a Satanás, al mal, como el protagonista de esa tentación. Satanás se sirve de Pedro en esta ocasión y lo hace envuelto en una capa excelsa de humanidad. ¡Cómo dejar que el Maestro lo pase mal a manos de esos canallas!

Es buena identificar, como Jesús, aquello que nos enreda, aquello que nos hace tropezar. Para ello, hay que asumir que Satanás juega sus fichas en esta partida y que el mal siempre es astuto. Conoce nuestras debilidades y, la mayoría de las veces, nos hipnotiza «con buenas palabras», «con buena intenciones». Si le damos cancha, caemos.

Por eso hay que ser firmes como Jesús y gritar eso de «¡quítate de mi vista!». No vayamos de héroes ni de fuertes. Mejor evitemos aquello que nos perjudica y que saca la peor versión de nosotros mismos. Y viviremos más felices.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Contra el Espíritu Santo (Mc 3,22-30)

Jesús es tomado por loco. Escribas de gran prestigio de Jerusalén comienzan a revolverse ante la revelación que Jesús comienza a hacer de sí mismo. ¿Objetivo? Desprestigiarle. No es algo tan antiguo. Hoy solemos hacer lo mismo cuando llega alguien que nos come el terreno, que nos quita las luces, que atrae a la gente. Hoy solemos también, ante lo que no entendemos, sentirnos amenazados.

¿Cuál es el problema? El engaño que pretenden. Intentan hacer pasar por obra de Satanás, la misma obra de Jesús. Intentan hacer creer que la luz es justamente oscuridad. Intentan convencer de que el Espíritu Santo es, en realidad, un espíritu maligno. Jesús no es aceptado y los mecanismos de defensa del sistema se ponen en marcha.

Seguir a Jesús es exponerse a reacciones similares de los sistemas del momento, de aquellos que no quieren perder el control de su parcela de influencia.

La reacción de Jesús es dura y contundente. El Espíritu Santo no se toca.

Un abrazo fraterno – @scasanovam

Conversaciones que dejan sin aliento… (Job 1,6-22)

Hay conversaciones que marcan la historia. Palabras que vuelan de una persona a otra, a veces dardos a veces rosas. Conversaciones con peso, densas, que absorben el oxígeno que las rodea.

Dios habla con Satanás. De tú a tú. En confianza. El mundo está como está. Satanás sonríe. Es lo que hay. Satanás mira en general. El mal generaliza, globaliza. Dios mira de uno en uno. Dios mira a las personas. Llama por el nombre propio. El bien personifica, conoce, ama. Dios confía.

El mal lanza el dardo, la pregunta a todo, a ti y a mí: ¿Por qué eres bueno? ¿Por qué amas a Dios? ¿Por qué respetas la Ley? Satanás teje la trampa, siembra la duda, cuchichea, acerca la sombra. ¿Por miedo? ¿Porque todo va bien? ¿Por cumplir? Y lanza su ataque.

Y Job resiste. ¿Y tú? ¿Y yo? ¿Qué hacemos cuando todo se nos cae?

Un abrazo fraterno – @scasanovam