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Despojaos del hombre viejo y revestíos del nuevo (Col 3,1-11)

adelgazar_manzanasCada vez que empieza septiembre, para mi, es como si empezara el año. Es más, creo que los mayores propósitos personales siempre los hago en septiembre y nunca el 31 de diciembre. Debe ser que estoy demasiado rodedao de profesores que el año escolar es el que marca mi vida.

Me quedo con ese llamamiento en la carta a Colosenses. Yo me quiero desprender de muchas cosas de mi que deben ser viejas. Nuevo estoy mejor. Soy más ágil, más productivo, más útil y más guapo, incluso. Quiero cuidarme más y hacer más ejercicio. Jugar más con mis hijos e incluso dar un paso más en mi crecimiento personal y comunitario. ¿Es demasiado? No lo sé. Veremos cómo está el ánimo dentro de 4 ó 5 meses. Lo que sí sé es que lo del ejercicio físico me lo quiero tomar en serio. Hay que adelgazar. Esos kilos que me sobran no son de Dios y punto. Porque no es de Dios la dejadez y la actitud con las que los gano. Y no hay más que hablar.

Un abrazo fraterno

Él es mi roca (Sal 61)

Parece que a estas alturas de septiembre, igual que si del 31 de diciembre se tratara, uno tiende a hacer balance del final del «año escolar», del verano vivido y se planteara este nuevo curso que se asoma con energías renovadas, nuevos retos y jugosas oportunidades que no se pueden desaprovechar. En mi caso el balance del verano es tremendamente positivo aunque también bastante agotador. Viajes, desplazamientos, niños, parques, etc. le dejan a uno exhausto; «jodido pero contento» como decía el otro.casa_sobre_roca

Al llegar a la Palabra de hoy me encuentro con una Palabra que también se apunta a esto de empezar el curso y que viene a recordarme desde dónde debo vivir lo que se me viene por delante. Construir la casa sobre roca es jugar la partida con seguridad. No es que todo lo que deseo se va a cumplir sino más bien que todo lo que vaya a hacer esté fundamento, discernido, elegido ydeseado desde la perspectiva del Reino. Y, además, me recuerda que pese a mis relaciones afectivas, a mis hijos, a mi mujer, a mi comunidad, a mi trabajo… Él es lo que permanece siempre, lo intransferible, lo invariable, lo inmutable. Pase lo que pase y venga lo que venga, Él es mi roca, la que me sostiene, la que me eleva, la que me abriga en caso de tormenta, la que me hace fuerte.

Feliz nuevo curso escolar a todos.

Un abrazo fraterno

Ningún profeta es bien mirado en su tierra (Lc 4, 16-30)

Bajo las notas del «Nada de turbe» de Taizé comienzo mi oración de hoy con el ánimo de quién empieza un nuevo curso. Y es que para aquellos cuya misión se desarrolla en buena parte con estudiantes, jóvenes, niños, colegios, profesores, etc. comenzar septiembre es COMENZAR de nuevo. Igual que pasa con el Año Nuevo, uno mira el nuevo curso con ilusiones y aspiraciones renovadas, con nuevos proyectos o, al menos, nuevas inquietudes.

A mi comunidad le pasa algo parecido. Es curioso porque siempre hemos entendido que los constructores del Reino no nos podíamos acoger al convenio de la construcción y cerrar en agosto y nosotros… no cerramos por vacaciones. Pero inevitablemente septiembre nos vuelve a reunir a todos y nos presenta un nuevo tramo del camino.

Leyendo el Evangelio de hoy me estremezco porque sé que es Palabra justa para la comunidad, hoy, día de comienzo. El Espíritu está sobre nosotros. Somos ungidos. Somos enviados para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor. Es un «recordarnos» para qué existimos y lo importante y lo urgente de la causa. Y, además, vemos a un Jesús que proclama la verdad alrededor de aquellos con los que creció, alrededor de aquellos con los que empezó a caminar en la fe, alrededor de sus vecinos, conocidos, maestros, familiares… Y vemos que esa verdad no cala, no es aceptada, no les sirve… posiblemente porque venía del propio Jesús. Pudieron más los prejuicios que la verdad. Y no puedo dejar de recordar la bonita conversación con Felipe el pasado sábado. Para mi esta Palabra, es Palabra para todos hoy. No lo considero casualidad sino una caricia del Dios que nos ha unido y que nos está enviando. Ningún profeta es bien mirado en su tierra…

Ojalá, como dice hoy también Pablo en Corintios, nos sigamos presentando débiles y temblando de miedo ante aquello y aquellos a quiénes se nos envía. Eso será la garantía de que será Dios quien actúe a través nuestra.

Poco más por hoy. Mañana tengo un examen al que considero oportunidad privilegiada para irme cargando de motivación y fuerza. Voy preparado. Ojalá los frutos sean los que espero.

Un abrazo fraterno