El criterio del Espíritu… (1Co 2, 10b-16)
Hay criterios económicos, criterios jurídicos, criterios culturales, criterios físicos, criterios sociológicos… Multitud de criterios que se pueden usar a la hora de juzgar o dar parte sobre algo. Cuando uno se planta delante de un cruce de caminos, delante de algo sobre lo que optar… lo primero que tiene que decidir es qué criterio va usar para decidir. De esto se deduce que los criterios son los que mueven el mundo. «Ante la duda, la más tetuda», «el más barato», «el de mejor calidad», «el de mejor diseño», «lo que suponga menos esfuerzo», «lo que me haga más feliz», «lo que me haga sentir mejor», «el que tenga mejor horario», «lo que me quede más cerca de casa», «lo que decide la mayoría»… uf, uf, uf… infinidad de criterios… todos muy conocidos…
Y la Palabra viene hoy y nos presenta un nuevo criterio: EL CRITERIO DEL ESPÍRITU. Sí, sí… ¡es posible! También el Espíritu, Dios, su voluntad, su llamada, su estilo… pueden ser criterio. ¡¡¡Ehhhhhhh!!!!! ¡Que síííííííííííí! Que no hay que ser santo ni bicho raro ni cura ni tonto para optar desde el Espíritu. El criterio del Espíritu no es tan definible ni cuantificable como otros. Es complicado de justificar o de explicar. Tal vez porque no es objetivo. Parte que de que la relación de Dios es personal con cada uno aunque hay cosas que sí pueden servir para todos… Es un soplo, una brisa, un susurro, una caricia al corazón, un pelo de punta, un sueño lejano… Siempre entra a pujar como los otros aunque se retira pronto apabullado por la potencia de sus compañeros criterios.
Otro gallo nos cantaría si el mundo funcionara bajo el criterio del Espíritu…
Un abrazo fraterno