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Aprendió a obedecer (Hb 5, 7-9)

Obedecer. Aprender a obedecer. Siempre fui obediente cuando hubo que serlo aunque no me gusta que nadie me diga lo que tengo que hacer. Se obedece a quien manda y yo no le otorgo la autoridad sobre mi a cualquiera. Mandaron mis padres sobre mi en mi niñez y en mi adolescencia o aquellos sobre quienes residía la autoridad en su ausencia. Creo que no le he otorgado la autoridad a nadie más. Al menos la autoridad entendida en este sentido.obediente

Dios sí manda. Y a veces obedezco y a veces no. Sus mandamientos son claros pero no siempre son cumplidos. Hay áreas de mi vida llenas de mediocridad que no se ajustan al mandato. Tengo que seguir aprendiendo y, posiblemente, viviendo y acogiendo el sufrimiento entre otras cosas. El sufrimiento enseña no porque te machaque sino porque muchas veces nos devuelve a la realidad, a nuestra realidad, a la de los demás. Nos baja de la nube y nos tiñe el rosita flojín con el que pintamos el mundo.

Sigo aprendiendo. Sigo obedeciendo.

Un abrazo fraterno

Todos los que sufrían se le echaban encima (Mc 3, 7-12)

Llevo ya 4 días alejado de mi casa, de mi mujer y de mis hijos. Y he aprendido a saborear también esta soledad. Ya no hago tonterías y he elegido el cine como la mejor manera de aprovechar el tiempo. Creo que es una medida inteligente.

Ver solo una película cuando estás lejos de casa te hace sentir y pensar, a mi me conecta con mi centro. Hace años, al salir de ver una película yo quería ser como el protagonista y que me pasar lo que a él le pasaba y hacer lo que él hacía. Hoy es distinto. Hoy salgo de ver una película y quiero ser yo. Me reconozco en mis emociones. Me gusto y me pregunto ¿qué me hace ser distinto tantas veces? Me reconozco tremendamente sensible. Y dulce. Y cariñoso. Y soñador. ¿Por qué me cuesta tanto luego ser eso? ¿Por qué me pierdo Señor en intentar demostrar que sé más, que puedo más, que tengo más razón, que soy más fuerte? ¿Por qué discuto de cosas que nada importan? ¿Por qué estropeo lo que tengo más valioso en cada momento: el momento?australia

Esta guerra me hace sufrir a veces. Cuando me dejo sentir, como ahora. Me hace sufrir porque no sé si es que soy incapaz de ser y mostrar lo que soy o qué pasa. Y hoy quiero echarme encima de Jesús y contarle todo esto y llorar en sus brazos. Necesito que me acaricie el cabello y me mire a los ojos. Necesito sentir su mirada confiada que me hable y me diga que sí puedo, que Él sabe quién soy, que sea fuerte y me dé tiempo.

Mientras tengo a mis hijos acostados a mi lado. Y a mi mujer. Y les digo como el niño aborigen de «Australia» a Nicole Kidman: «Señora patrona, yo canto para que tú vienes». Amén.

Un abrazo fraterno

australia

El discípulo la recibió en su casa (Jn 19,25-27)

La verdad es que en la reunión de comunidad de ayer no estaba yo muy centrado como para sacarle jugo a la Palabra del día pero sí fue de Dios el compartir sobre la situación que está atravesando la familia de mujer a raíz de la demencia de la abuela.

Es difícil entender a Un Jesús midiendo consecuencias y estableciendo estrategias en lo que se refiere a la compasión y acompañamiento del que sufre. En la vida siempre llegan los momentos en los que a uno se le piden decisiones duras, difíciles y sacrificadas. Pero ¿NO SON ESTAS DECISIONES LAS QUE JUSTIFICAN UNA VIDA? ¿NO SON ESTOS «EXTRA» LOS QUE DAN SENTIDO A UNA EXISTENCIA, A UNA FE, A UN SEGUIMIENTO? Toda la vida yendo a misa, haciendo oración, hablando de Dios y de lo maravilloso de la familia cuando, al final, nadie es capaz de tomar una decisión drástica para que un hombre de 87 años no se sienta solo y algo desamparado en el cuidado de su demente esposa.

No se trata tanto de aportar soluciones como de acompañar en el sufrimiento. Y he encontrado en mi comunidad la palabra definitiva de Dios al respecto. No podemos esperar que actúen otros, posiblemente los que deberían actuar. Nosotros estamos llamados a dar el ciento por uno. Ahí reside la fuerza de Cristo y la clave del Reino. Y nosotros vamos a recoger el guante. Que Dios nos ayude y nos proteja.

Un abrazo fraterno