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Pasó la noche orando (Lc 6,12-19)

Hay días que son tremendamente difíciles. Hoy ha sido durísimo para mi. Mi mujer está mala, el Mafaldatrabajo está complicado y lleno de problemas y presión, se me acumulan las cosas por hacer… Uf… Qué agobio… Y me encuentro con esta lectura que me recuerda lo mejor que puede hacer uno cuando ya no puede más: orar. Desaparecer y orar. Eso me acabo de conceder yo aunque sea un ratito. He enchufado los altavoces y me he puesto música de Taizé que va calando en mi mente y en mi espíritu y va, poco a poco, bajando las revoluciones. La noche pide calma. Taizé pide calma. Y yo la necesito.

No voy a pasar toda la noche orando pero sí voy a darme una duchita para que mi espíritu respire. Seguro que después de la ducha todo está mucho más claro. Con Taizé es todo mucho más fácil. Acoge, padre, todos estos pensamientos y desvelos. Hazlos tuyos y déjame sentir tu mano en mi hombro. Hoy la necesito especialmente.

Un abrazo fraterno

Ningún profeta es bien mirado en su tierra (Lc 4, 16-30)

Bajo las notas del «Nada de turbe» de Taizé comienzo mi oración de hoy con el ánimo de quién empieza un nuevo curso. Y es que para aquellos cuya misión se desarrolla en buena parte con estudiantes, jóvenes, niños, colegios, profesores, etc. comenzar septiembre es COMENZAR de nuevo. Igual que pasa con el Año Nuevo, uno mira el nuevo curso con ilusiones y aspiraciones renovadas, con nuevos proyectos o, al menos, nuevas inquietudes.

A mi comunidad le pasa algo parecido. Es curioso porque siempre hemos entendido que los constructores del Reino no nos podíamos acoger al convenio de la construcción y cerrar en agosto y nosotros… no cerramos por vacaciones. Pero inevitablemente septiembre nos vuelve a reunir a todos y nos presenta un nuevo tramo del camino.

Leyendo el Evangelio de hoy me estremezco porque sé que es Palabra justa para la comunidad, hoy, día de comienzo. El Espíritu está sobre nosotros. Somos ungidos. Somos enviados para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor. Es un «recordarnos» para qué existimos y lo importante y lo urgente de la causa. Y, además, vemos a un Jesús que proclama la verdad alrededor de aquellos con los que creció, alrededor de aquellos con los que empezó a caminar en la fe, alrededor de sus vecinos, conocidos, maestros, familiares… Y vemos que esa verdad no cala, no es aceptada, no les sirve… posiblemente porque venía del propio Jesús. Pudieron más los prejuicios que la verdad. Y no puedo dejar de recordar la bonita conversación con Felipe el pasado sábado. Para mi esta Palabra, es Palabra para todos hoy. No lo considero casualidad sino una caricia del Dios que nos ha unido y que nos está enviando. Ningún profeta es bien mirado en su tierra…

Ojalá, como dice hoy también Pablo en Corintios, nos sigamos presentando débiles y temblando de miedo ante aquello y aquellos a quiénes se nos envía. Eso será la garantía de que será Dios quien actúe a través nuestra.

Poco más por hoy. Mañana tengo un examen al que considero oportunidad privilegiada para irme cargando de motivación y fuerza. Voy preparado. Ojalá los frutos sean los que espero.

Un abrazo fraterno