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25 de agosto – El testamento final de #Calasanz

Era madrugada, noche. 25 de agosto de 1648. Entre los suyos, perfilando una suave sonrisa, el Padre (como así le llamaban sus hermanos escolapios) voló al cielo. Cuentan los testigos que sus últimas palabras fueron «Jesús, Jesús, Jesús».

Han pasado 376 años de aquella fecha y hoy, alrededor del mundo, celebraremos su memoria, su legado, su obra, su mirada, su corazón, su santidad. En torno a la mesa, escolapios religiosos y laicos, trabajadores de nuestras obras, miembros de la Fraternidad, alumnos y alumnas, familias… daremos gracias por lo que Calasanz aportó a la Iglesia y a la sociedad y por lo que las Escuelas Pías, hoy, han aportado a la historia de cada uno.

Hoy quiero centrar mi mirada sobre esas últimas palabras de José . Curioso testamento final el que nos deja el Santo. Curioso y, posiblemente, insustituible. «Jesús, Jesús, Jesús». Esto es. No hay más. De esto va ser escolapio: de llenarnos de Jesús, de caminar con Él, seguirle, y de ayudar a niños y jóvenes, a través de la educación,  para que tengan, también, ese encuentro con el Señor. No hay otra misión. No hay otro objetivo. No hay otro medio. No hay otro camino, ni otra verdad.

JESÚS es nuestro auténtico sello de calidad como Escuelas Pías. Si JESÚS habita nuestros centros, si su Palabra guía nuestros pasos y nuestras decisiones, si su nombre se escucha entre nuestras paredes, si le anunciamos, si le adoramos, si le hablamos, si le pedimos, si somos comunidad con Él… somos Escuelas Pías. Si JESÚS no está, si JESÚS no aparece, si hemos dejado de creer que JESÚS es el único capaz de transformar la vida, y salvarla, de nuestros alumnos, si JESÚS ha muerto sepultado por programaciones, auditorías, planes, innovaciones y viajes… no somos aquello que Calasanz fundó.

Buen 25 de agosto para todos. Pidamos por el curso que comienza y por la intercesión del Padre Calasanz para que sepamos ser hogar paciente y amoroso de todos los niños y jóvenes que pasarán por nuestras manos. Ojalá que viendo cómo nos amamos, reconozcan a un Señor que les espera con los brazos abiertos.

Un abrazo fraterno