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Rechazar una invitación (Lc 14,15-24)

Creo que hay una casa que es peor que hacer el mal: rechazar el bien que te llega. Es como rechazar una invitación a la mejor fiesta del mundo, al mejor banquete de la historia, al evento más especial de la vida. Es tirar a la basura lo que se te concede sin merecerlo. Terrible.

No sé si visteis la película o el musical de «Los Miserables». Me encanta. La película tiene varios momentos grandiosos, épicos y terribles, dramáticos algunos. Pero creo que no hay momento peor que cuando Javert rechaza el perdón de Valjean. Por un momento parece que la disputa y la persecución de tantos años, tenía arreglo. Pero el corazón de Javert prefiere antes la muerte que saberse perdonado. ¿Hay algo más trágico?

La vida nos trae cosas buenas. Regalos inesperados. Personas sorprendentes. Detalles increíbles. Podemos cogerlos o dejarlos pasar para seguir centrándonos en lo mal que nos va, en lo que  nos falta, en lo que no tenemos ni entendemos. Dios nos hace cada día un ofrecimiento: seguirle, amarle, sabernos perdonados y amados por Él. ¿Qué hacemos con esa invitación? Muchas veces… darle la espalda, con sonrisa fácil e hipócrita. ¿Hay algo más trágico? ¿Hay pecado mayor?

Un abrazo fraterno – @scasanovam

15 personas muertas en Ceuta… ¡NUNCA MÁS! #seamosclaros

Estaba a punto de empezar a escribir el post desde el Salmo de hoy, a punto de escribir sobre mis preocupaciones y mis consuelos, y me sentí tan mal… mirándome al ombligo y participando de ciertos silencios aterradores… que decidí ponerme a lo que me salía del corazón. Que el Señor dé luz a todo esto y acoja este grito con misericordia y benevolencia.

Quince muertos en Ceuta.

QUINCE HERMANOS. QUINCE PERSONAS. Quince hermanos, padres, madres, hijos, amigos… Quince vidas dignas, valiosas y únicas. Quince estrellas más en el cielo.

NO AL DEBATE POLÍTICO. NO a convertir a estos hermanos es moneda de cambio, en búsqueda de votos, en titular de periódico, en argumento de Estado, en columna de opinión… NO a hablar de Europa, de fronteras, de verjas, de seguridad, de inmigración… con los cuerpos aún calientes, o fríos; NO sin haberlos llorado, NO sin pedir perdón, NO sin bajar la vista avergonzados…

¿DÓNDE ESTAMOS TODOS? No es un asunto solo del Gobierno. No es responsabilidad de la Guardia Civil, de Protección Civil… ¿Dónde estamos todos escondidos? ¿Nos ha pillado a pie cambiado? ¿Tal vez entretenidos en el fútbol, comiendo en el centro comercial, comprando un smartphone en el Media Markt, quejándonos tras una pancarta por nuestros derechos, trabajando, comiendo chuches en el sofá con los niños?

LA IGLESIA DEBE LEVANTAR LA VOZ. Debe ser profeta. Denunciar. Clamar al cielo. Salir a primera fila. Con una mano rescatando al hermano en el agua y con la otra, señalando con el dedo a los que tienen el deber primero de evitar muertes inmorales. Yo soy Iglesia y levanto mi voz. Necesito la tuya. Y la del otro. Y la del otro… Uniéndonos a las voces de tantos que ya la han levantado, a las manos de tantos que ya han salido al auxilio del prójimo.

15 personas muertas en Ceuta… ¡NUNCA MÁS!

Un abrazo fraterno

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Hoy brillan más estrellas en Compostela

Hoy es la festividad de Santiago Apóstol, fiesta grande en Galicia, en España y, también, en mi familia. Hoy son preciosas las lecturas del día pero soy incapaz de orar con ellas. La cabeza y el corazón se me escapan continuamente a Compostela. La tragedia de ayer, el accidente ferroviario a la entrada de la ciudad, es de unas dimensiones tremendas. La cifra de fallecidos es muy elevada. El número de familias a las que ayer les ha cambiado la vida es numeroso. Me uní en oración con la Iglesia por todos ellos desde el primer momento. Es lo poco, y lo mucho, que puedo hacer.

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El Apóstol, por contra, hizo mucho más. Cuentan que ayer hubo testigos que lo vieron haciendo cola para donar sangre, entre la gente, vestido de caminante, como tú y como yo. Otros afirman haberlo visto en las vías, atareado en la ayuda rápida de los primeros instantes tras el accidente. Llevaba mantas y agua, cargaba con heridos y bendecía a los fallecidos, entre el humo, el fuego, las lágrimas y los sollozos. Hay gente que dice haberlo visto vestido de bombero, de policía, de enfermero, de médico de vacaciones que, sin pensárselo dos veces, se personó en el hospital Clínico para ayudar en lo que hiciera falta…

Compostela es una puerta al cielo y ayer noche, hoy, lo es más que nunca. A Compostela llegan caminantes doloridos, destrozados, de distintas edades, razas, colores y condiciones. Caminantes que han empezado más adelante o más atrás, que llevan más o menos tiempo caminando. No hay distinción. Compostela es, a la postre, un campo de estrellas para todos ellos. Hoy, hay más estrellas en el cielo compostelano. La Puerta Santa de la Catedral es hoy más santa que nunca. El abrazo al Apóstol hoy es abajo, en los bancos. Santiago baja por su propio pie a consolar a los afligidos, a los que sufren. Hoy hay decenas de tumbas frente a las que rezar donde el Señor Jesús está presente. Hoy el Monte do Gozo tiene más sentido que nunca, pues desde allí se vislumbra Aquel donde hemos de poner toda nuestra esperanza, todos nuestros anhelos.

El Camino es absolutamente imprevisible. Lo sabemos bien los que hemos caminado sus senderos. Hay que estar preparado y velar con fe. Por muy duro que suene, no sabemos ninguno qué día va a ser el último de nuestra vida. No sabemos cuándo podremos perder a un hijo, a una madre, o a un esposo, o a un amigo. Abracémonos, querámonos, besémonos, cuidémonos. Mañana, la etapa puede ser durísima, incluso mandarnos a casa.

Hoxe chove en Santiago. Son as bágoas de tódolos que choramos preto das familias rotas. Hoxe chove en Santiago, son as bágoas do mesmo Deus que, triste, está xa dando a benvida ó ceo ós que nos deixaron.

Unha forte aperta fraterna