No me reconoces (Lucas 19, 41-44)
Jesús llora. Le embarga la tristeza. La tristeza de no saberse reconocido y amado por aquella a quien Él ha escogido. No saberse reconocido… Yo, que he vivido casos de Alzheimer cercanos, he comprobado la desazón y la tristeza de que tu madre, tu madre, tu hermano… no sepa quién eres.
Estoy seguro de que Cristo sigue vivo, presente en medio de nosotros. ¿Lo reconozco? ¿Lo reconozco sufriente en alguna mirada, en una mano temblorosa? ¿Lo reconozco en los niños? ¿Lo reconozco en aquellos que se cruzan en mi camino, en los que rezan a mi lado? ¿Lo reconozco en el hermano? ¿Lo reconozco en el sacerdote de la parroquia, en cualquier sacerdote?
Jesús llora. Llora porque no se esconde, no se disfraza… y aún así, no le vemos.
Un abrazo fraterno