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Quien no lleve su cruz detrás de mi… (Lc 14, 25-33)

callejon.jpgQué bien me viene el evangelio de hoy. Eso de calcular costes, de echar cuentas, de asumir riesgos… antes de emprender una tarea, de afrontar una batalla, de asumir un compromiso…Renunciar a aquello que me satisface es tal vez una de las cosas que más me cuesta. Cumplir objetivos que impliquen renuncias en este sentido, por tanto, me cuesta enormemente.

Después del agobio de ayer intentando cumplimentar la solicitud de adaptación de estudios en mi nueva universidad el día de hoy ha sido más tranquilo. Las aguas vuelven a su cauce pero debo tener muy presente lo que ayer sucedió. Este cambio me ilusiona y me motiva pero debo ser consciente de mis propias dificultades y mis propias trampas. Cuando lleguen las duras, cuando sepa el resultado de la adaptación, cuando haya asignaturas que me exijan un montón… me llegará el sufrimiento. Será la hora de la renuncia. Sí, de la renuncia. No encuentro otra manera de denominarla. Y ahí estará mi cruz. Construirme a mi mismo es parte fundamental de la construcción del Reino de Dios. Acabar mis estudios es parte fundamental de mi construcción. Terminar mi carrera es, para mi, parte de mi construir el Reino. Ahí estará el Padre acompañándome.

Un abrazo fraterno

Firmes en la tribulación, asiduos en la oración (Rm 12, 5-16a)

El día de hoy no ha sido bueno. Tenía que pasarme por la facultad para formalizar la´solicitud de adaptación de estudios pero no ha podido ser. Por la mañana lo intenté desde el ordenador de casa: error. Pensé que era el ordenador. Por la noche lo intenté desde el portátil: error. Acabé asqueado. Mañana tendré que ir porque acaba el plazo. A ver qué pasa… No estaba preparado para estas dificultades. Se me ha venido el mundo encima. Acabé muy agobiado, pensando que no había valido la pena cambiarme de universidad, que vaya rollo, que ya verás a ver cuántas me convalidan… me vino a la mente todo lo malo… lo más doloroso de mi realidad estudiantil.
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Hoy esta frase de romanos la hago mía: firme en la tribulación. Porque me conozco. Porque me sé frágil en cuanto a motivación y constancia. Porque necesito rodar. Porque me vengo abajo fácil. Porque necesito mantenerme firme, firme en mis objetivos… Ya veremos… Por lo de pronto, oro… aunque no lo tengo nada claro…

Con esto me acuesto, Padre. Acógelo, acógeme.

Un abrazo fraterno