Un sacerdocio para todos (Mt 26, 36-42)
El vídeo del Papa Francisco para este mes de mayo gira en torno a la misión de los laicos en la Iglesia. Y la fiesta de hoy, Jesucristo sumo y eterno sacerdote, no es sólo una fiesta para recordar y rezar por la misión de los sacerdotes ordenados. Es también un momento propicio para hablar del sacerdocio común, el compartido por todos, el recibido por nuestro Bautismo.
Todos estamos llamados a vivir nuestra vida como una ofrenda a Dios y, con nuestros actos, darle culto. De eso va el ser sacerdote: darse a los demás y, por ellos, hacer realidad la voluntad de Dios para nuestra vida y para toda la humanidad. Por eso este es un día para mirar con ojos de misericordia nuestra existencia y preguntarnos cómo va nuestro «ser sacerdotes».
La voluntad de Dios para cada uno de nosotros no siempre se nos presenta con claridad. Hace falta la oración frecuente. Y el trato cotidiano con el Padre. Y, por supuesto, la gracia que ilumine los rincones de nuestro espíritu, donde somos habitados por Él. Pero una vez la comenzamos a intuir debemos responder. No podemos mirar a otro lado. La voluntad de Dios tiende a complicarnos la vida. Se nos promete la felicidad y la eternidad, pero no el bienestar y la comodidad. La misión que nos llega suele sacarnos de nuestra zona de confort. Suele invitarnos a salir al encuentro de aquellos que necesitan de nosotros, de Dios. Dios nos pide la vida entera y nosotros debemos decidir si estamos dispuestos a ofrecerla.
Con nuestro Bautismo, con la Eucaristía, con la Confirmación y luego con el Orden o el Matrimonio y con la asistencia constante en el Perdón, somos capacitados para llevar a buen término un propósito tan grande para personas tan limitaditas como tú y como yo. No minusvaloremos el poder de Dios y la fuerza de sus dones. Ejerzamos nuestro sacerdocio, un sacerdocio para todos.
Un abrazo fraterno – @scasanovam
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