Una historia de Adviento: Capítulo 15
La impresora escupe el folio con viveza y entre un ruído bastante molesto para Fátima. La letra es grande pero es un descubrimiento demasiado valioso para dejarlo pasar. Son las primeras palabras de la lectura del profeta de hoy domingo:
«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido.
Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren,
para vendar los corazones desgarrados,
para proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad,
para proclamar el año de gracia del Señor.»
Fátima coge unas chinchetas y lo clava en la primera línea del gran corcho que tiene enfrente de su cama. Es su caja fuerte particular. Otros compran cubículos seguros donde guardar bajo clave dinero, documentos, objetos de extremado valor. Fátima lo airea. Ese corcho muestra su vida y se la muestra a ella y a todo el que ha entrado en su habitación alguna vez. Fotos con momentos y personas, frases, entradas de teatro, cine y espectáculos que han significado mucho. Títulos, premios, diplomas, algún suspenso que la puso en órbita, poesías recibidas y escritas, noticias de periódicos y revistas… Viendo el corcho, uno ve a Fátima. Hoy un folio más. Una Palabra más. Ahora la verá cada mañana cuando se levante y piense en lo que le espera en el centro.
Fátima coge el abrigo y sale para misa. Va a ir sola. Carlos ha llamado para decirle que no va a acompañarla. Tenía una voz seria. «Las cosas no son tan fáciles… ni tan rápidas» piensa ella. «Mientra no se apague la llama… la llama es lo importante, por muy pequeña que esté a veces.» se dice. «No apaguéis el espíritu» dice Pablo. Mientras, todo es posible. Ella lo sabe. Y sabe que Carlos necesita tiempo. El camino no ha hecho más que comenzar y su Adviento particular puede durar tiempo. Fátima, aún así, da gracias al padre por él. «Dad gracias en toda ocasión: ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros«.
Continuará…
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!