Venid a un sitio tranquilo (Mc 6, 30-34)
¡Qué bonito gesto el de Jesús! Los apóstoles llegaron de vuelta después de un tiempo predicando cada uno en un lugar. Llegaron cargados de sensaciones, de experiencias, de cosas que contar, de momentos que compartir, de camino andado… Jesús es sensible a todo esto y propone irse juntos a un sitio tranquilo, a charlar, a compartir, a contárselo todo, a profundizar lo sucedido y lo vivido. Es un gesto hermoso de alguien preocupado por sus hermanos, deseoso de escucharlos, encantado de vivir junto a ellos. Además Él sabe que después de una vivencia tal es necesario ponerlo todo en orden, ponerlo todo a la luz… Es como si fuera necesario que tras una experiencia vital importante hubiera que poner delante de Jesús lo vivido para extraer conclusiones válidas, para dejarse interpelar por su Palabra, para escuchar lo que Él tiene que decirnos…
Nosotros tambié tenemos experiencias que sabemos «tendrán un antes y un después». Experiencias que nos acercan a otros, que nos llevan a conocer realidades desconocidas, que nos empujan a vaciarnos y a darnos, que nos posibilitan un mayor conocimiento de nosotros mismos… Jesús quiere que lo compartamos con Él. Quiero ser partícipe de nuestra alegría de la vuelta, de la energía gastada y renovada, de la ilusión por los caminos nuevos que pueden abrirse, de las dudas y los miedos por sentir que tal vez una misión nos esté reclamando ya no tan secretamente… Él quiere que se lo contemos todo, a solas, lejos del ruido, aunque sólo sea por un ratito…
Un abrazo fraterno
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