Vosotros esperad en silencio (Ex 14, 5-18)
Cuando llegó el momento de peligro y desconcierto toda la fiesta y la esperanza de la liberación se tornó en miedo dentro del seno de los israelitas y el miedo derivó en reproches al Dios que les había sacado de Egipto. Ellos preferían un mal conocido y asumido que la aventura misteriosa de la libertad.
¿Y yo? Pues a veces soy también un poco israelita cuando decido que al fin y al cabo tampoco estoy tan mal. Tengo mis heridas, mis problemas… pero no me dan mucha guerra, no me generan demasiado dolor o, al menos, yo genero mayor cantidad de anestesia. Adentrarse en el camino de la libertad es adentrarse, por lo de pronto, en un camino que exije dejar atrás seguridades. Es un camino incierto cuyo final prometido es maravilloso pero cuya senda no está exenta de dificultades, pruebas y sufrimiento. Porque la libertad me exige mucho más que la esclavitud, porque cuando yo soy responsable de mi vida y no tengo a quien culpar de mis pobrezas el tema se complica. No es fácil adentrarse en serio en uno mismo. No es fácil plantearse retos. No es fácil abandonar sendas conocidas.
Cuando llega la tentación de volver atrás, del desánimo, del pensar que el camino de la libertad no me compensa, cuando no entiendo el bienque me reporta, cuando no soporto el sufrimiento que me genera… la Palabra de hoy llega a mi corazón y me dice: ESPERA EN SILENCIO. Eso haré.
Un abrazo fraterno
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